Técnicas Curativas

Centro Fénix de Naturopatía tiene el placer de invitarles
a conocer sus técnicas curativas,
probadas y usadas por cientos de miles de personas,
con éxito, en todo el mundo; para el remedio de síntomas como: Depresión, Estrés, Ansiedad.
Dolores musculares y deterioros óseos.
Problemas respiratorios y alergias.
Dependencias y algias





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jueves, marzo 02, 2017

La Mandragora

En Europa, según la tradición, la mandrágora emite un chillido al ser arrancada de la tierra, y todo el que lo oiga perecerá. Recoger mandrágora, sin embargo, bien valía correr el riesgo, porque la planta tenía muchos usos medicinales bien conocidos y se la consideraba dotada de poderosas propiedades mágicas.

La parte de la planta que solía considerarse más valiosa es la raíz, gruesa y marrón, que se adentra entre sesenta y noventa centímetros en el suelo. A menudo es ahorquillada y para alguien con un poco de imaginación parece una figura humana. Los libros de plantas y hierbas describen a menudo la mandrágora (perteneciente a la familia de las solanáceas) con características humanas (como un hombre de larga barba o una mujer de espesa cabellera) y su parecido con el cuerpo humano se puede aumentar con facilidad si se talla la raíz con un cuchillo.

Sin duda, este gran parecido con los seres humanos explica la creencia de que la mandrágora puede gritar cuando es arrancada. Antiguamente se la consideraba analgésica y somnífera, y en grandes dosis se decía que provocaba el delirio e incluso la locura. Se usaba para aliviar a los que padecían dolores crónicos y se prescriba para tratar la melancolía, las convulsiones y el reumatismo. Los romanos usaban la mandrágora para que lo masticara antes de una intervención quirúrgica.

Los antiguos y sus descendientes en la Europa medieval también valoraban la mandrágora por sus propiedades mágicas. Era un conocido ingrediente de las pociones de amor y se decía que Circe, la hechicera más famosa de la mitología griega, la usaba para preparar sus potentes elixires.

Según la tradición anglosajona, la mandrágora expulsa a los demonios del cuerpo de los poseídos, y muchos creían que un amuleto con mandrágora seca podía proteger contra el mal. Por otra parte, según algunas tradiciones, en realidad los "demonios vivían" en la raíz de la mandrágora, y quienes poseían una raíz tallada de mandrágora eran a veces acusados de brujería.

La mandrágora también se empleaba para la adivinación. Los adivinos insistían que las raíces de forma humana movían la cabeza para contestar preguntas acerca de futuro. En Alemania los campesinos cuidaban mucho sus tallas de mandrágora. Les ponían semillas a modo de ojos, las vestían y las acostaban en camitas por la noche, para que estuvieran listas y dispuestas para contestar a cualquier pregunta importante que pudiera surgir.

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miércoles, marzo 01, 2017

Orión

Orión de Beocia, el hombre más guapo y el cazador más astuto que existía, se enamoró de Mérope, hija de Enopión, rey de Quíos. —Te podrás casar con Mérope —dijo Enopión—, si me prometes matar a todos los animales salvajes de mi isla.

Orión comenzó su misión y cada tarde llevaba las pieles de los osos, leones, lobos, gatos monteses y zorros muertos al palacio de Mérope. Cuando consiguió limpiar Quíos de todos los animales salvajes mayores que un ratón o una comadreja, Orión llamó a la puerta de Enopión y dijo: —Ahora, deja que me case con tu hija.
—Todavía no —contestó Enopión—. Esta mañana, al amanecer, he oído aullidos de lobos, leones y osos rugiendo, zorros ladrando y gatos monteses maullando. Aún no has cumplido el cometido.

Orión entonces se emborrachó y esa misma noche irrumpió en el dormitorio de Mérope. —Acompáñame al templo de Afrodita y cásate conmigo —le gritó.

Mérope chilló pidiendo ayuda y Enopión, temiendo resultar herido si intervenía, envió urgentemente a un grupo de sátiros para que le ofrecieran aún más vino a Orión. — ¡Brindemos por un feliz matrimonio! —gritaban los sátiros.

Orión lo agradeció, bebió más y finalmente cayó al suelo sin sentido. Fue entonces cuando apareció el cruel Enopión y le arrancó los ojos. Después, Orión, ya ciego, pudo oír el martillo de un cíclope a lo lejos y siguió aquel sonido hasta una fragua, lugar donde tomó al hijo del cíclope como guía hasta el Lejano Oriente, donde el Sol guardaba sus caballos junto a Océano, para su viaje diario cruzando el cielo. El Sol se compadeció de Orión y le devolvió la vista. Y Orión volvió a Quíos en busca de venganza. Enopión, advertido de su llegada, se escondió en una tumba y ordenó a sus sirvientes que dijeran que se había ido al extranjero; así que Orión se fue a Creta en su busca. La diosa Artemisa, que pasaba por allí, le dio la bienvenida a Orión. — ¿Por qué no salimos juntos a cazar? —propuso—. Así veremos quién consigue más cabras salvajes.
—Yo no soy rival para una diosa como tú —contestó Orión, con cortesía—, pero me encantaría verte disparar.

El dios Apolo, hermano de Artemisa, los oyó y murmuró indignado: —Me parece que Artemisa se ha enamorado de este mortal. Debo poner fin a esto.
Envió entonces un gigantesco escorpión, más grande que un elefante, para que atacara a Orión. Éste disparó todas sus flechas al animal y después usó la espada; pero, al ver que no era capaz de matar a aquel monstruo, se lanzó al mar y se alejó nadando.

Apolo, entonces, le preguntó a Artemisa, que acababa de llegar con un arco y unas flechas: — ¿Ves aquella cosa negra que sube y baja en el mar a lo lejos?
—Sí —contestó Artemisa.
—Es la cabeza de un miserable llamado Candaonte —dijo Apolo—. Ha insultado a una de tus sacerdotisas. ¡Mátalo!

Artemisa creyó a Apolo, apuntó con cuidado y disparó. Más tarde, cuando la diosa descubrió que había matado a Orión, convirtió a éste en una constelación, perseguida eternamente por un escorpión, para que todo el mundo recordase los celos y las mentiras de Apolo.

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martes, febrero 28, 2017

La Farmacia

Nasreddin estaba sin trabajo y preguntó a algunos amigos a qué profesión podía dedicarse. Ellos le dijeron: - Bueno, Nasreddin, tú eres muy capaz y sabes mucho sobre las propiedades medicinales de las hierbas. Podrías abrir una farmacia.

Se fue a casa, pensó en ello y dijo: - Sí, es una buena idea, creo que soy capaz de ser farmacéutico. Claro que Nasreddin estaba pasando por uno de esos momentos en los que deseaba ser muy prominente y muy importante: - No voy a abrir solamente un herbolario o una farmacia que se ocupe de hierbas, voy a abrir algo enorme y a producir un impacto significativo.

Compró una tienda, instaló las estanterías y vitrinas, y cuando llegó el momento de pintar el exterior colocó un andamio, lo cubrió con sábanas y trabajó detrás de él. No le dejó ver a nadie qué nombre le iba a poner a la farmacia, ni cómo estaba pintando el exterior.

Después de varios días, distribuyó folletos que decían: "La gran inauguración es mañana a las nueve". Todas las personas del pueblo y de los pueblos de los alrededores vinieron y se quedaron de pie esperando frente a la nueva tienda. A las nueve en punto salió Nasreddin, y con gesto teatral quitó la sábana que cubría la fachada de la tienda, y había allí un enorme cartel que decía:
"FARMACIA CÓSMICA Y GALÁCTICA DE NASREDDIN", y debajo, con letras más pequeñas: "Armonizada con influencias planetarias".

Muchas personas quedaron muy impresionadas, y él hizo muy buenos negocios ese día. Por la tarde, el maestro de la escuela local fue y le dijo: - Francamente, Nasreddin, esas afirmaciones que usted hace son un poco dudosas. - No, no, - dijo Nasreddin -. Todas las afirmaciones que hago acerca de influencias planetarias son absolutamente ciertas: cuando el sol se levanta, abro la farmacia y cuando el sol se pone, la cierro.

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domingo, febrero 26, 2017

El Mensaje del Roble

La familia de la dama Roble es muy amplia y nativa del hemisferio norte: hoy ocupa desde el Atlántico hasta los Urales, cruzando toda Europa. El Roble crece en suelos con humedad, por lo que en la Península Ibérica abunda en las cordilleras húmedas.

El roble es de crecimiento lento por lo que no suele emplearse en silvicultura. Sin embargo, su madera es muy apreciada para hacer muebles, ruedas, toneles de vino y para la construcción de casas o barcos ya que su madera es duradera y fácil de trabajar. Su corteza y madera contienen taninos muy útiles para el curtido de pieles pero también es muy buena como combustible. Las bellotas, su fruto, son un buen alimento para los animales.

Su Aspecto Mágico
Para los celtas, los árboles siempre han sido mágicos y entre todos, el roble ha jugado un papel especialmente importante. Este pueblo se regía por un calendario lunar en el que cada mes correspondía a un árbol: “duir” era el del roble (significa "puerta") y comenzaba el día 10 de junio y finalizaba el 7 de julio, daba entrada a la segunda parte del año y se iniciaba con siete días de fiesta en honor de este rey arbóreo. El roble es símbolo de energía divina, conocimiento, fuerza y valor... el druida era su hijo espiritual, poseedor de esta sabiduría. Es el único que puede aguantar los rayos y entrar en contacto con las divinas fuerzas naturales, sean lluvias, nieves, granizos o tormentas, sin sufrir graves consecuencias.

Su Mensaje para Nosotros
Desde que somos muy jóvenes queremos libertad, se nos llena la boca reclamándola, exigiéndola y soñándola. Luchamos por conseguirla y mantenerla. Hay gente en todo el mundo que se juega la vida por acariciarla. La libertad se cita en miles de canciones y poemas, la han coreado en miles de manifestaciones y aparece en camisetas, posters o pintadas de la calle.

Sin embargo, ¡qué difícil resulta a veces ejercerla bien! no nacemos sabiendo hacerlo y, en su nombre, cometemos a veces verdaderas barbaridades. Nos educan desde niños a base de limitaciones y cuando, llegados a la edad adulta, nos sentimos libres, tropezamos en más de una ocasión. Aunque... ¿libres? nos parece que lo somos pero... ¡Mira cuantas cadenas te atan en realidad!, creemos que podemos decidir pero desde nuestro entorno, los demás, las creencias, la educación, los prejuicios, e incluso, la publicidad y las empresas parecen decidir muchas veces por nosotros.

Se nos propone, a través del mensaje del Roble, que busquemos las ataduras y tratar de enfrentarlas, haciendo lo que realmente deseamos, defendiendo lo que creemos, llevando a cabo los sueños, ser lo que cada uno quiere ser... tú.

Alto a las normas sociales impuestas, leyes absurdas, tabús, prejuicios, deberes morales, deudas emocionales... gánate tu verdadera libertad ¡y recuerda! tu libertad acaba donde empieza la de los demás. Respeta al otro. Porque si es difícil conquistar y vivir nuestra libertad... ¡Todavía nos es más difícil a veces reconocer el mismo derecho de los demás! como dice un viejo dicho: "para saber si algo es tuyo, déjalo libre". Si lo fue, volverá a ti. Si no vuelve, es que nunca lo fue". No obligues a los demás –tu pareja, tus amigos, tus hijos...- a depender de ti, a estar a tu lado si o si. A tener tus sueños y deseos, tus normas y tus hábitos. Reconóceles el mismo derecho por el que tu tanto has luchado.

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sábado, febrero 25, 2017

Iniciación Femenina en la Antigua Grecia

La antigüedad había comprendido una verdad capital que las épocas siguientes han desconocido con frecuencia. La mujer, para cumplir bien con sus funciones de esposa y de madre, tiene necesidad de una enseñanza, de una especial iniciación. De ahí la iniciación puramente femenina, es decir, completamente reservada a las mujeres. Existía en la India, en los tiempos védicos, en que la mujer era sacerdotisa en el altar doméstico. En Egipto, se remonta a los misterios de Isis. Orfeo la organizó en Grecia. Hasta la extinción del paganismo la vemos florecer en los misterios dionisíacos, así como en los templos de Juno, de Diana, de Minerva y de Ceres. Consistía en ritos simbólicos, en ceremonias, en fiestas nocturnas, luego, en una enseñanza especial dada por sacerdotisas ancianas o por el sumo sacerdote, y que se relacionaba con las más íntimas cuestiones de la vida conyugal. Se daban consejos y reglas concernientes a las relaciones entre los sexos, las épocas del año o del mes favorables a las concepciones dichosas. Se daba la mayor importancia a la higiene física y moral de la mujer durante el embarazo, a fin de que la obra sagrada, la creación del niño, se cumpliese según las leyes divinas. En una palabra, se enseñaba la ciencia de la vida conyugal y el arte de la maternidad. Este último se extendía mucho más allá del nacimiento del niño. Hasta siete años, los niños permanecían en el gineceo, donde el marido no penetraba, bajo la dirección exclusiva de la madre. La sabia antigüedad pensaba que el niño es una planta delicada, que precisa, para no atrofiarse, de la cálida atmósfera materna. El padre la deformaría; es preciso para hacerla florecer los besos y las caricias de la madre; se precisa el amor poderoso, envolvente de la mujer para defender de los ataques del exterior a esa alma asustada de la vida. Por cumplir en plena conciencia estas altas funciones —que eran miradas como divinas en la antigüedad—, la mujer era realmente la sacerdotisa de la familia, la custodia del fuego sagrado de la vida, la Vesta del hogar. La iniciación femenina puede ser considerada como la verdadera razón de la belleza de la raza, de la fuerza de las generaciones, de la duración de las familias en la antigüedad griega y romana.

¿No es el hombre en su fuerza el representante del principio y del espíritu creador? ¿No es la mujer en toda su potencia una personificación de la naturaleza, en su fuerza plástica, en sus realizaciones maravillosas, terrestres y divinas? Que esos dos seres lleguen a compenetrarse completamente, cuerpo, alma, espíritu, y formarán unidos un resumen del universo. Mas para creer en Dios, la mujer tiene necesidad de verlo vivir en el hombre; y para ello es preciso que el hombre sea iniciado. Sólo así es capaz por su profunda inteligencia de la vida, por su voluntad creadora, de fecundar el alma femenina, transformarla por el ideal divino. Y este ideal la mujer se lo devuelve multiplicado en sus pensamientos vibrantes, en sus sensaciones sutiles, en sus profundas adivinaciones. Ella le devuelve su imagen transfigurada por el entusiasmo, llega a ser su ideal. Porque ella lo realiza por el poder del amor en su propia alma. Por éste, aquél se vuelve viviente y visible, se hace su carne y su sangre. Si el hombre crea por el deseo y la voluntad, la mujer, física y espiritualmente, genera por el amor.

En su papel de amante, de esposa, de madre o de inspirada, la mujer no es menos grande, y es más divina aún que en el hombre. Porque amar es olvidar. La mujer que se olvida y que se abisma en su amor, es siempre sublime. Ella encuentra en ese aniquilamiento su renacimiento celeste, su corona de luz y la radiación inmortal de su ser.

Agreguemos que para el hombre y la mujer realmente iniciados, la creación del niño tiene un sentido infinitamente más bello, un alcance más grande que para nosotros. El padre y la madre, sabiendo que el alma del niño preexiste en su nacimiento terrestre, convierten la concepción en un acto sagrado, la vuelta de un alma a la encarnación.

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viernes, febrero 24, 2017

Fealdad y Belleza

Sucedió en una tarde de verano que la Belleza se paseaba por un precioso paraje en las márgenes de un río. El día era tan caluroso que se le ocurrió desnudarse de sus preciosas ropas de finas sedas, depositándolas sobre la hierba a fin de refrescarse con un buen baño. Pero curiosa coincidencia, sucedió que también por allí se encontraba paseando la Fealdad con sus ropas descoloridas y sencillas. Al pasar junto al río, se le ocurrió la misma idea que a la Belleza, por lo que sin dudar, se despojó de sus ajadas apariencias y, colocándolas junto a las ropas de la Belleza, se zambulló en el río.
Estuvieron un rato chapoteando divertidas hasta que la Fealdad decidió salir mientras la Belleza continuaba su baño. Cuando la Fealdad llegó a la orilla y contempló las preciosas ropas que la Belleza había dejado en la orilla, decidió vestirse con ellas, dejando en vez sus antiguas prendas allí sobre la hierba. Al poco, siguió su camino y se alejó por el sendero.
Más tarde, cuando la Belleza decidió salir del agua, comprobó que la Fealdad se había llevado sus ropas recién estrenadas; a cambio, le había dejado las viejas. La Belleza, viendo que la tarde caía y no atreviéndose a la desnudez, decidió vestirse con aquellas ropas y continuar su paseo por entre montañas y valles.
Desde entonces, cuentan los sabios que en este mundo que vivimos, hay algunos que, contemplan el rostro de la Belleza y saben que no lleva sus ropas. Y otros, que conocen el rostro de la Fealdad y sus ropas no los engañan.


¿Cuáles son tus metas y esperanzas? Cuando un hombre tiene una meta, debe hacer exclusivamente lo que le permita acercarse, y nada que pueda alejarlo de ella.

Sal en una clara y estrellada noche a un lugar abierto y mira al cielo, a aquellos millones de mundos sobre tu cabeza. Recuerda que quizás en cada uno de ellos hormiguean billones de seres semejantes o quizá superiores a ti en tu organización. Mira la Vía Láctea. La Tierra ni siquiera puede ser llamada un grano de arena en este infinito. Se disuelve y desaparece, y con ella tu. ¿Dónde estás tu?
Ante todos esos mundos, pregúntate cuáles son tus metas y esperanzas, tus intenciones y medios para cumplirlas, cuáles serán las exigencias que te podrían hacer y cuál tu preparación para enfrentarlas.

G. I. Gurdjieff

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jueves, febrero 23, 2017

Amar la Tierra

Las antiguas gentes llegaron literalmente a amar la tierra
y se sentaban o reclinaban en el suelo
con la sensación de estar cerca de un poder maternal.

Era bueno para la piel tocar la tierra
y los antiguos se despojaban de su calzado y caminaban
descalzos sobre el suelo sagrado. Alzaban sus tipis sobre la tierra
y de la tierra hacían sus altares.

Las aves que volaban por el aire
acudían a descansar sobre la tierra y ésta era la última morada
de todos los seres que vivían y crecían.

El suelo aliviaba,
fortalecía, purificaba y curaba.
Por eso el viejo indio todavía se sienta sobre la tierra
en vez de reposar lejos de sus fuerzas que dan la vida.
Para él, sentarse o yacer sobre el suelo es ser capaz de pensar más hondamente
y de percibirlo mejor todo.

Oso Erguido
Jefe Sioux Oglala

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miércoles, febrero 22, 2017

La Leyenda de Pandora

Los titanes y las titánides, bajo el mando del rey Cronos, habían gobernado el mundo hasta que la rebelión de Zeus llevó al poder a los dioses del Olimpo. Había siete parejas de titanes; cada una de ellas estaba a cargo de un día de la semana, junto a un planeta, el cual daba nombre a ese período de veinticuatro horas. Cronos y su esposa Rea decidieron que la jornada que les correspondía —el sábado, llamado así por el planeta Saturno— fuera festivo. Pero el consejo de los dioses del Olimpo prohibió a los mortales —a quienes Prometeo, el titán de los miércoles, había creado modelándolos con barro de río— que siguieran uniendo los días en semanas.

La mayoría de los titanes y las titánides fueron expulsados al mismo tiempo que Cronos. Sin embargo, Zeus perdonó a su tía Metis y a su madre Rea, ya que le habían ayudado a derrotar a Cronos. También perdonó a Prometeo por haber advertido a los otros titanes que Zeus debía ganar la guerra, haber luchado al lado de los dioses del Olimpo y haber convencido a Epimeteo de hacer lo mismo. Atlas, el jefe del derrotado ejército de Cronos, fue condenado por el consejo de los dioses del Olimpo a cargar sobre sus hombros la bóveda del cielo, hasta el fin del mundo.

Zeus descubrió más tarde que Prometeo había entrado en secreto en el Olimpo, con la ayuda de Atenea, y que había robado una brasa encendida de la chimenea de Hestia, para que los mortales que él había creado pudieran, a partir de entonces, asar previamente la carne, en lugar de continuar comiéndosela cruda. Prometeo escondió la brasa en la médula de un gran tronco de hinojo y la bajó, aún encendida, a la Tierra.

Para castigarlo por dar a los mortales este primer paso hacia la civilización, Zeus ideó un astuto plan. Creó una hermosa, alocada y desobediente mujer a la que llamó Pandora y la envió como regalo a Epimeteo. Cuando éste quiso casarse con Pandora, Prometeo le advirtió:
—Es una trampa de Zeus. No seas tonto y devuélvesela.

De manera que Epimeteo le dijo a Hermes, quien había traído a Pandora:
—Por favor, transmite mi profundo agradecimiento a Zeus por su amabilidad, pero dile que no soy digno de un regalo tan hermoso y que debo rechazarlo.

Más enfadado que nunca, Zeus afirmó que Prometeo había ido al cielo para intentar raptar a Atenea. Así que lo castigó, encadenándolo a una roca en las montañas del Cáucaso, donde un águila le roía el hígado durante el día.

Mientras tanto, Epimeteo, asustado por el castigo a Prometeo, se casó con Pandora. Un día, Pandora encontró una caja sellada en el fondo de un armario. Era la caja que Prometeo le había dado a Epimeteo, para que la guardara en un lugar seguro, diciéndole que no la abriera bajo ningún motivo. Aunque Epimeteo ordenó a Pandora que no la tocara, ella rompió el sello, tal como Zeus había previsto que haría, y de su interior salió un enjambre de horribles criaturas aladas llamadas Vejez, Enfermedad, Locura, Rencor, Pasión, Vicio, Plaga, Hambre y otras. Todas ellas picaron a Pandora y a Epimeteo con gran crueldad y, a continuación, atacaron a los mortales de Prometeo (que hasta entonces habían tenido unas vidas felices y decentes) y lo destruyeron todo.

Sin embargo, una criatura de alas brillantes llamada Esperanza salió de la caja en último lugar y evitó que los mortales se quitaran la vida por su profunda desesperación.

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