martes, enero 23, 2007

El Viaje


Ahora ya mis ojos apenas pueden cerrarse, siquiera para dormir, de atestiguar la confusión que hace a mis hermanos sufrir y, por ende, a mi amada madre.

El estado de borrachera me acompaña donde intento ahogar el dolor que quema mi alma.

Los sueños surgen en incomprensibles formas llenas de luminosidad que ya no necesito retener para luego contar, vivo ahí, entonces cómo intentar explicar la vida.

Ahora la magia no es un sueño inalcanzable. La magia está presente, viva como nunca antes lo estuvo, y si lo estuvo, quedó olvidada.

Mirando hacia atrás veo todas las cosas que han ido quedando a lo largo del camino, pero la tristeza es ahora un sentimiento desgastado, porque amo a mi madre y lo mejor es que ella me ama y allá donde mis pies estén me siento reconfortado.

Las bellezas que mis ojos han podido atestiguar son apenas nada, comparadas con lo que he podido llegar a ver; y mientras espero, la vida parece ser una continua espera en la que el espíritu se manifiesta.

Y el pájaro vuelve a volar libre desde el lugar que le es dado encontrar.


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