Qué fácil es juzgar o criticar, sin antes descubrir lo que el interior del otro ha de guardar…
Al que casi no ríe y vive enojado, se le aísla sin preguntar qué ha vivido, qué le ha pasado.
La rabia suele ser siempre un dolor comprimido, que crece y se endurece con el pasar del tiempo, sin haberlo sanado o compartido…
El violento no reacciona así habiendo recibido amor…
seguro nunca lo vivió, se le negó, y tal vez solo golpes y violencia tuvo y conoció…
Las acciones y reacciones, responden siempre a lo que se ha vivido, todos tienen algo en el alma muy escondido; los seres humanos en algún momento de la vida han sufrido, y quizá muchas veces ese instante no se ha enfrentado como debió haber sido.
Las heridas no han sanado, quedan abiertas y sangrando en un corazón que mientras esté latiendo, guarda todo lo que ha experimentado y sentido.
¿Por qué juzgar y criticar, sin antes conocer lo que realmente el interior de un ser ha de guardar? Por eso; la incomprensión, la intolerancia, el desamor, la frustración y la soledad, son los sentimientos que a la paz interior han de pisotear.
Se habla tanto de soñar por alcanzar la paz en el mundo, y ni siquiera en nosotros mismos la sabemos construir y sentir de verdad...
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