viernes, marzo 08, 2013

Asi Hablaba Quetzacoatl

Y esto comentaba Quetzalcóatl a sus más íntimos:
Ayer me sumí entre las alas del tiempo
y fui llevado por el camino del Por Venir.
Al llegar a un recodo del camino divisé
a la "ciudad de la vida" durmiendo
sobre el "valle de la esperanza".
Cuando la vi, deseé acercarme,
pero una mano amiga me detuvo y me dijo:
Hermano,antes de entrar ahí mírate bien y conócete,
porque todo aquel que se acerca es confundido.
Y yo me miré hacia adentro y vi que estaba
fortalecido y que mi Luz era fuerte y deseé ir.
Y entonces divisé una plaza pública y vi
cómo azotaba la Ignorancia a la Sabiduría,
y como se enseñoreaba de todos
los ambientes y sentí náuseas.
Quise retirarme, pero la mano que antes
me quería evitar el entrar, ahora me impedía salir.
Vi cómo llegaban el Egoísmo y la Comodidad
con el disfraz de la Libertad, y todos
como una masa les cantaba y abrían sus brazos
para recoger sus "enseñanzas".
Y entonces divisé en un rincón de una casa
a la Hermana Humildad, abandonada por todos
y vestida con harapos. Ahogaban
sus súplicas con risotadas y blasfemias.
Y las lágrimas cayeron sobre mis mejillas
y supliqué al Cielo. De nuevo miré y vi
a la luz del día cómo se prestaba oído a la Presunción,
y se olvidaba a la Honestidad. Y se expulsaba
de la ciudad a aquellos que hablaban con el corazón,
mientras se halagaba a aquellos que
con bellas palabras encubrían el engaño.
Y miré a través de los muros del Templo
y vi que se ahogaban los sentimientos con supuestas
plegarias. Y miré a muchos que abrían la boca
para orar pero que tenían cerrado su corazón
bajo diez llaves. Busqué en el altar la respuesta
y vi que aquel que dirigía las plegarias
tenía el corazón más cerrado que ninguno.
Entonces me dije: Iré a ver lo que hacen
con las nuevas semillas, porque ellas serán
los futuros árboles que sombreen la ciudad.
Y bajé hasta una escuela.
Pero vi con horror que tan sólo se enseñaba a dormir,
porque todos dormían el sueño de la vida.
y muchos niños lloraban, y otros se hacían ya rebeldes.
Ante tal caos, me fui a un rincón de una calle
y busqué la Soledad. Ella vino a mí y me dijo:
Mírame hermano, llena estoy de ruido.
Mi vestido está manchado y ya ni yo misma me conozco.
Déjame que descanse un rato sobre tu pecho para tomar fuerzas.
Después salí a una plaza pública y ví a muchos
por todas partes, de todas las lenguas
y de todas las ideologías, que se enfrentaban
unos con otros porque cada uno creía poseer
la Libertad y se peleaban e incluso se mataban
entre ellos por darla a la gente. Más vi con pena
que lo único que llevaban era una palabra llamada
Libertad, escrita con lágrimas y sangre y que todos
estaban encadenados a ella, unos con cadenas de hierro
y otros con cadenas de oro. Y en medio de ellos vi cómo,
entre todos, crucificaban a un Hijo de la LIBERTAD,
le escupían a la cara y se reían de Él, le vituperaban
y le apedreaban con palabras…
Desesperado, salí a los campos y en ellos vi
que la Codicia pretendía poner cuatro cosechas donde tan sólo
había fuerza para una. Vi a los pajarillos que huían
de la ciudad y se refugiaban en las ramas
más altas de los árboles porque temían la malicia del hombre.
Y oí los gritos desesperados de los animales,
que esperaban ser sacrificados,
salpicando de sangre inocente los mataderos,
para después calmar la saciedad brutal
y la Gula de su "Hermano Mayor", el Hombre.
Y entonces me volteé en el tiempo, desesperado.
Me arrodillé y pedí porque aquellas cosas no ocurrieran.
Entonces un soplo de viento me trajo unas palabras
que me susurraron al oído: Así como del estiércol
pueden nacer rosas, de este caos nacerá el Hombre Nuevo.
Siembra, hermano, tu semilla, para contribuir
a su DESPERTAR

Recopilación Tzacoatl

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