El hombre ha sido llamado ser racional, pero la racionalidad es asunto de elección, y la alternativa que su naturaleza le ofrece es ésta: ser racional o animal suicida. El hombre ha de ser hombre por elección, ha de conservar su vida como valor por elección, ha de aprender a sustentarse por elección, ha de descubrir los valores requeridos y practicar sus virtudes también por elección.
Un código de valores aceptado por elección, es un código moral. Existe una moralidad adecuada al hombre, y la Vida Humana es su pauta de valores.
Todo lo que resulta adecuado para la vida de un ser racional, es bueno; cuanto la destruye, es malo.
La vida humana, tal como requiere su naturaleza, no es la vida de un bruto sin mente, de un rufián saqueador o de un místico furtivo, sino la de un ser que piensa; no la vida vivida gracias a la fuerza o el fraude, sino la vida basada en sus propios logros; no una supervivencia a cualquier precio, puesto que sólo existe un precio adecuado a la supervivencia humana: la razón.
La vida del hombre es la norma de toda moralidad, pero vuestra propia vida constituye su propósito. Si la existencia sobre la Tierra representa vuestro objetivo, debéis elegir vuestras acciones y valores según la pauta de lo que es adecuado al hombre, con el propósito de conservar y disfrutar ese irremplazable valor que es vuestra vida.
Como la vida requiere un curso de acción específico, cualquier otro que se siga la destruirá. Un ser que no considere su propia vida como motivo y meta de sus acciones, actúa basándose en la norma y el motivo de la muerte. Semejante ser es una monstruosidad metafísica, forcejeando para oponerse, negar y contradecir el hecho de su propia existencia; corriendo ciegamente como un loco por un camino de destrucción, incapaz de todo, excepto del dolor.
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