domingo, noviembre 30, 2025

Las pirámides de Egipto no son tumbas

Aquí viene la información que cambia todo: ninguna momia de faraón ha sido encontrada jamás dentro de las tres grandes pirámides de Giza, Keops, Kefrén y Micerinos donde supuestamente fueron enterrados ahí, según la narrativa tradicional. Pero cuando los arqueólogos abrieron las cámaras después de milenios, estaban vacías. No había sarcófagos. No había inscripciones funerarias. No había tesoros. Solo piedra, vacío y silencio.

Esto ha generado un debate académico brutal que divide a los egiptólogos en dos campos irreconciliables. La teoría ortodoxa, defendida por Mark Lehner y Zahi Hawass, sostiene que fueron saqueadas en la antigüedad. La teoría revisionista, propuesta por Robert Bauval y Graham Hancock, argumenta que nunca fueron tumbas. Fueron máquinas astronómicas, observatorios, templos iniciáticos.

La evidencia para la segunda teoría es inquietante. Los canales de ventilación de la Gran Pirámide apuntan con precisión milimétrica hacia Sirio, la estrella asociada con Isis, hacia Alnitak, la estrella inferior del cinturón de Orión identificada con Osiris, y hacia Thuban, la estrella polar en el año 2500 antes de nuestra era. Estos canales no son decorativos. Son instrumentos de alineación. La disposición de las tres pirámides sobre el suelo replica el cinturón de Orión con una precisión del noventa y nueve punto ocho por ciento, una correlación que ha sido verificada mediante software astronómico moderno que retrocede la posición de las estrellas miles de años.

Pero hay algo más extraordinario que pocos conocen: la cámara del Rey tiene proporciones acústicas específicas. En 2019, un equipo de acústicos dirigido por el ingeniero John Stuart Reid descubrió que la sala resuena naturalmente a cuatrocientos treinta y dos hercios, una frecuencia asociada en tradiciones esotéricas y en estudios de neuroacústica moderna con estados alterados de consciencia. ¿Fue diseñada deliberadamente para inducir experiencias místicas mediante resonancia?...

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