domingo, diciembre 26, 2010

Conciencia de Ser – Sexualidad

Una de las cosas más difíciles de aceptar es que el estar conscientes de ser es algo que puede ser manejado a voluntad.
No somos brujos, ni chamanes; somos guerreros que ven la energía como fluye por el universo. Ver es un sentido peculiar de saber algo sin la menor duda.
El uso del término tolteca significa hombre de conocimiento. El conocimiento son la claridad y la libertad que se experimentan en estados de conciencia acrecentada en contraposición constante con las racionalizaciones, las defensas, el enojo y el miedo que son parte de la conciencia normal.

Los chamanes vieron que la conciencia de ser crece desde el momento de la concepción y se enriquece con el proceso de vivir. La energía sexual es algo de extrema importancia y debe ser controlada y usada con mucha cautela. Control significa el ahorro y la recanalización de la energía.

El sexo es un asunto de energía. Hay mucha gente que no tiene suficiente energía para el sexo y aquellos que sí la tienen, no obstante han de controlar, así mismo, su energía sexual.
El comando del Águila es que el fulgor de la conciencia de ser se da a través del acto sexual. El Águila ordenó que la energía sexual se use para crear vida. A través de la energía sexual, el Águila otorga la conciencia de ser; por eso, cuando los seres conscientes realizan el acto sexual, las emanaciones que están dentro de sus huevos luminosos hacen lo mejor que pueden para conferir conciencia al nuevo ser que están creando.

Durante el acto sexual, las emanaciones contenidas en los huevos luminosos de ambos participantes sufren una profunda agitación, cuyo punto culminante es una unión, una fusión de dos pedazos de energía consciente, uno de cada participante que se separan de sus esferas luminosas.
El acto sexual es siempre una donación de conciencia, aunque ese regalo no se consolide y cree un nuevo ser viviente. Las emanaciones que están dentro de la esfera luminosa de los seres humanos no saben del acto sexual sólo como placer. La falacia del hombre es actuar y creer que el sublime acto de conceder vida y conciencia es simplemente un impulso físico que uno puede distorsionar a voluntad.

Para un guerrero, la única energía que posee es la energía sexual dadora de vida. Este conocimiento los fuerza a darse cabal cuenta de su responsabilidad. Si los chamanes quieren tener la suficiente fuerza para ver, tienen que volverse avaros con su energía sexual.
La sensualidad del ser humano no tiene nada de malo. Lo que está mal es la ignorancia que obliga al hombre a pasar por alto su naturaleza mágica. Es un error desperdiciar la fuerza dadora de vida y no tener hijos, pero también es un error no saber que al tener hijos uno disminuye el fulgor de su conciencia.

Los chamanes ven que al tener un hijo, el fulgor de la conciencia de los padres disminuye mientras que el de la criatura aumenta. En algunos padres débiles y nerviosos, ese fulgor desaparece casi por completo. Conforme los niños ensanchan su conciencia, crece también en el huevo luminoso de los padres una mancha oscura, en el mismo lugar de donde se desprendió el fulgor que dio vida a esos niños. Generalmente está en la parte media de la esfera luminosa. A veces, esas manchas incluso pueden verse como si estuvieran pegadas al cuerpo.
Los chamanes que ven aspiran a ser libres. A ser testigos sin prejuicios, testigos incapaces de juzgar; de lo contrario tendrían la responsabilidad de implantar un nuevo ciclo más ajustado. Nadie puede hacer eso. Un nuevo ciclo, si hubiera de surgir, tendría que surgir por sí mismo.

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