jueves, octubre 23, 2014

La Bella Durmiente

«El hombre caído no tiene vida propia, tan solo sobrevive, nunca se siente seguro. Va de acá para allá, tropezando, reaccionando, padeciendo la acción de los demás, como sonámbulo. Y cuando no es así, tratará de llenar su vacío interior con entretenimientos varios, pero silbar en la oscuridad no le traerá la luz.

El hombre caído "duerme", está como muerto en vida. Está desconectado de su más genuino impulso vital. Desconoce los propósitos de su alma. Y por ello, en su vida no existe el entusiasmo. Durante gran parte de la misma se ha dedicado a luchar por y para sus ídolos sensoriales. Se ha sobre esforzado. Ha acumulado (en falso) toda clase de méritos y logros. Se ha enojado hasta el extremo. Se ha implicado de lleno en la virtualidad de la materia. Es un obediente habitante de matrix. Se ha sometido a todo tipo de autoridades externas, se ha adulterado abnegadamente, ha "trepado", ha hecho los "deberes", se ha mimetizado, ha hecho lo mismo que los demás. Y tras la consecución de algunos éxitos mundanos, finalmente, a codazos, ha conseguido un cierto estatus, y se ha instalado.

Aun intuyendo que aquello no era "tierra firme", sino solo una "balsa" más o menos confortable, ha preferido lo malo conocido que lo bueno por conocer; se ha conformado. Es su frágil castillo de naipes, su inconsistente Torre de Babel.»

Ignacio Duro Roca
"Fibonacci y el Alma Humana - Lo Intangible Desvelado"

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