Cuando sabes que vas a morir, tu visión del mundo cambia. La muerte no es tan mala como parece, su sombra nos da premura. Pero, tu visión del mundo cambia, porque prácticamente todo: las expectativas de los demás, el orgullo mal entendido, el miedo al fracaso y el temor al ridículo se desvanecen frente a la muerte, dejando a la vista sólo lo que es verdaderamente importante. Ya estás desnudo. No hay razón para no seguir lo que dicta tu corazón. Recuerda continuamente que pronto vas a morir, ayuda a evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder y es la herramienta más importante que puedes encontrar para tomar las grandes decisiones de la vida.
Casi todos tenemos miedo a morirnos, pero no a la muerte. La mayoría de la gente está consciente de que algún día va a suceder. Que ese día va a llegar. La muerte es el destino que todos compartimos. Sin embargo, ni siquiera la gente que está segura de “ir al cielo” se quiere morir para llegar a ese lugar antes de tiempo.
Cuando eres consciente que el tiempo es limitado, no lo malgastas viviendo la vida de alguien distinto. No quedas atrapado en el dogma, que es vivir como otros piensan que debes vivir. No dejas que los ruidos de las opiniones de los demás acallen tu propia voz interior. Pero lo más importante, es que por fin tienes el coraje para hacer lo que dice tu corazón y tu intuición. Ellos ya saben de algún modo en qué te quieres convertir realmente. Todo lo demás pasa a un plano secundario.
Si este día fuese el último día de mi vida ¿Querría hacer lo que estaba haciendo hasta ese momento? Si la respuesta es un rotundo “no” durante muchos días seguidos, es señal que necesitas hacer cambios y reenfocar tus esfuerzos.
Morir en paz con uno mismo, así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada, propicia una dulce muerte. No pierdes ante la dificultad de los retos, sino contra la dureza del tiempo. Mientras piensas que estás aprendiendo a vivir, también aprendes cómo morir. Si crees que la vejez tiene por alimento la sabiduría, hay que arreglárselas en la juventud de tal modo que cuando entren los años no le falte sustento. Una vida ocupada resulta en una vida larga. La clave es nunca detenerte. No hay tiempo en esta vida para hacer pausas. Ya vendrá la pausa suprema que es la muerte. Así como el hierro se oxida por falta de uso, también la inactividad destruye el intelecto. La naturaleza nunca quebranta sus propias leyes.
La búsqueda de la belleza debe ser el único objetivo para un artesano. La belleza perece en la vida, pero es inmortal en el arte. Sólo en el arte se puede trascender más allá de la muerte. La vejez es un estado mental, no físico.
A veces se siembra y a veces se recoge. Un hombre cabal no repara en ello. Trascienden las obras, no los hombres. El renombre del rico termina con su vida; se recuerda el tesoro, pero no al tesorero. Al final de la partida, el Rey y el Peón terminan en la misma caja.
Considerad la esperanza o el deseo de volver a vuestro lugar de origen o de regresar al caos primordial, como la polilla que busca la luz o el hombre que siempre mira hacia delante, hacia cada nueva primavera y cada nuevo verano, con una nostalgia perpetua… creyendo que las cosas que anhela se tardan demasiado, sin darse cuenta que anhela su propia destrucción. Pero ese mismo anhelo es su esencia, el espíritu de los elementos que, habiéndose hallado prisionero dentro de la vida del cuerpo humano, desea incesantemente regresar a su fuente.
Debo decirte que éste mismo anhelo en la esencia inherente a su naturaleza, es parte de su propia belleza.
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