y se sentaban o reclinaban en el suelo
con la sensación de estar cerca de un poder maternal.
Era bueno para la piel tocar la tierra
y los antiguos se despojaban de su calzado y caminaban
descalzos sobre el suelo sagrado. Alzaban sus tipis sobre la tierra
y de la tierra hacían sus altares.
Las aves que volaban por el aire
acudían a descansar sobre la tierra y ésta era la última morada
de todos los seres que vivían y crecían.
El suelo aliviaba,
fortalecía, purificaba y curaba.
Por eso el viejo indio todavía se sienta sobre la tierra
en vez de reposar lejos de sus fuerzas que dan la vida.
Para él, sentarse o yacer sobre el suelo es ser capaz de pensar más hondamente
y de percibirlo mejor todo.
Jefe Sioux Oglala
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