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probadas y usadas por cientos de miles de personas,
con éxito, en todo el mundo; para el remedio de síntomas como: Depresión, Estrés, Ansiedad.
Dolores musculares y deterioros óseos.
Problemas respiratorios y alergias.
Dependencias y algias
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lunes, octubre 26, 2015
Feliz Jornada de Reflexion...
Es evidente que hoy vivimos en la sociedad del "resultadismo". La vida se ve reducida al cálculo, la cantidad, las estadísticas...
La felicidad y el sentido existencial dependen de lograr los resultados que nos imponemos, calculados sobre el beneficio propio.
¿Calculamos demasiado? Cuando vives en una sociedad instalada en crisis consecutivas uno tiene que hacer muchos números... Pero hablamos de esos que convierten la vida en mera especulación, en una obsesión por el control.
En época de estudiantes los estudios son mera superación de pruebas. No existe el amor por conocer. Se sabe lo justo para aprobar y prima el resultado y no el conocimiento.
Pero no es una moda esporádica ya que nuestra cultura se basa en la inmediatez. Hay un desprecio al esfuerzo, falta de autodisciplina, poco éxito de las ciencias humanas y sin embargo la rapidez de las nuevas tecnologías enamora.
En psicología es igual. Las personas acuden a las consultas pero no quieren mantener un proceso terapéutico. Quieren soluciones rápidas y la encuentran en fármacos que aparcan el problema a un lado de la mente y les permite rápidamente hacer vida normal... hasta la siguiente pastilla.
Pensar en la vida y en cómo se vive... es pérdida de tiempo. Los mercachifles se preguntan: ¿qué saco de esto? ¿Qué puedo ganar o perder de esta situación? Practicidad al servicio de los resultados.
Fondo y forma se aúnan para darle vida a la ambición personal: como en las burbujas especulativas que han logrado que las ganancias sean privadas y las pérdidas... públicas.
Pasar cuentas al final, para presumir de lo mucho que se tiene y de las ocasiones que han sabido aprovechar astutamente. ¿Extraña que nademos entre tanta corrupción?
La delincuencia ya no es un hecho al margen del Estado, si es que alguna vez lo ha sido... Hoy en día la magnitud de las ganancias es demasiado grande para dejar la delincuencia en manos de los delincuentes. No nos enfrentamos con temerarios forajidos que se delatarían por su torpeza.
Con la escasa capacidad que poseen los políticos para resistirse a una tentación sin precedentes... que duermen a pierna suelta y que tienen la conciencia de un cadáver...
Pero el vivir no entiende de tantos cálculos, no sabemos qué ocurrirá. Por eso somos más hijos de las contingencias que de los grandes propósitos.
Cuando el vivir se basa en mera compensación, calculando vacaciones, calculando cuándo podemos caer enfermos y cuándo no, teniendo relaciones como inversiones, cálculos electorales... (ahora sabemos mucho de eso) y nuestra vida se convierte en un libro de contabilidad.
El materialismo más despiadado ha logrado su propósito.
Necesitamos menos calcular y más pensar. El arte de meditar la vida, convertir la experiencia en sabiduría.
Se trata de abandonarse al discurrir propio de las aguas de la vida y hallar la belleza... en lugar de ese “resultadismo” en el que estamos instalados, vacíos y deshumanizados.
La felicidad y el sentido existencial dependen de lograr los resultados que nos imponemos, calculados sobre el beneficio propio.
¿Calculamos demasiado? Cuando vives en una sociedad instalada en crisis consecutivas uno tiene que hacer muchos números... Pero hablamos de esos que convierten la vida en mera especulación, en una obsesión por el control.
En época de estudiantes los estudios son mera superación de pruebas. No existe el amor por conocer. Se sabe lo justo para aprobar y prima el resultado y no el conocimiento.
Pero no es una moda esporádica ya que nuestra cultura se basa en la inmediatez. Hay un desprecio al esfuerzo, falta de autodisciplina, poco éxito de las ciencias humanas y sin embargo la rapidez de las nuevas tecnologías enamora.
En psicología es igual. Las personas acuden a las consultas pero no quieren mantener un proceso terapéutico. Quieren soluciones rápidas y la encuentran en fármacos que aparcan el problema a un lado de la mente y les permite rápidamente hacer vida normal... hasta la siguiente pastilla.
Pensar en la vida y en cómo se vive... es pérdida de tiempo. Los mercachifles se preguntan: ¿qué saco de esto? ¿Qué puedo ganar o perder de esta situación? Practicidad al servicio de los resultados.
Fondo y forma se aúnan para darle vida a la ambición personal: como en las burbujas especulativas que han logrado que las ganancias sean privadas y las pérdidas... públicas.
Pasar cuentas al final, para presumir de lo mucho que se tiene y de las ocasiones que han sabido aprovechar astutamente. ¿Extraña que nademos entre tanta corrupción?
La delincuencia ya no es un hecho al margen del Estado, si es que alguna vez lo ha sido... Hoy en día la magnitud de las ganancias es demasiado grande para dejar la delincuencia en manos de los delincuentes. No nos enfrentamos con temerarios forajidos que se delatarían por su torpeza.
Con la escasa capacidad que poseen los políticos para resistirse a una tentación sin precedentes... que duermen a pierna suelta y que tienen la conciencia de un cadáver...
Pero el vivir no entiende de tantos cálculos, no sabemos qué ocurrirá. Por eso somos más hijos de las contingencias que de los grandes propósitos.
Cuando el vivir se basa en mera compensación, calculando vacaciones, calculando cuándo podemos caer enfermos y cuándo no, teniendo relaciones como inversiones, cálculos electorales... (ahora sabemos mucho de eso) y nuestra vida se convierte en un libro de contabilidad.
El materialismo más despiadado ha logrado su propósito.
Necesitamos menos calcular y más pensar. El arte de meditar la vida, convertir la experiencia en sabiduría.
Se trata de abandonarse al discurrir propio de las aguas de la vida y hallar la belleza... en lugar de ese “resultadismo” en el que estamos instalados, vacíos y deshumanizados.
Publicado por Centro Fénix en lunes, octubre 26, 2015
Etiquetas: Elegidos, Otras Realidades, Regalos, Señales
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