Isthar, Diosa de la sensualidad, la fertilidad y del Amor, quedó perdidamente enamorada al ver al joven pastor Tammuz.
Tammuz no cabía en sí de gozo, su amor era correspondido por la Gran Diosa. La gran boda fue festejada por toda la humanidad, que se regocijaba al ver como una Diosa se enamoraba de un simple mortal. A pesar de su unión con una Diosa, Tammuz, no perdió su mortalidad.
En una tarde de cacería, Tammuz cayó muerto, Ereshkigal, Diosa del inframundo subió hasta la tierra para recoger su cuerpo y llevárselo a su mundo.
No fue hasta el anochecer que la noticia de la muerte de Tammuz llegará a oídos de la Diosa Isthar. Llena de dolor buscó su cuerpo por toda la tierra sin llegar a encontrarle. Por la mañana le informaron que su hermana se había llegado a su amado a la tierra sin retorno, donde ni siquiera ella podría entrar sin salir de allí con vida.
Tras pensarlo detenidamente, tuvo plena conciencia que no podía vivir sin su amado y decidió echar a andar por el camino que carece de retorno, a las tinieblas, al inframundo, a la tierra que está más allá de esta tierra.
No llevaba mucho tiempo caminando cuando llegó hasta una gran puerta, donde declamó:
-Oh portero, abre esta puerta para que pueda entrar y si no es abierta utilizaré toda mi fuerza para que esta caiga y que las almas en pena puedan salir por ella siempre que quieran.
-Detente- dijo el portero- anunciaré a mi reina tu llegada.
El portero se acercó a los aposentos de Ereshkigal y anunció que su hermana estaba en la puerta, aquella que celebraba grandes festivales quería entrar en su reino.
La noticia hizo palidecer a Ereskigal. ¿Qué era lo que pretendía su hermana?¿quería romper todas las reglas del mundo conocido? Sin aspaviento alguno contestó:
-Ábrele la puerta, pero trátala en todo momento según las antiguas reglas.
El portero regreso a su puerta y descorrió el cerrojo, abriendo del todo la puerta.
-La tierra sin regreso se alegra de tu presencia – dijo
En cuanto Isthar cruzó la primera puerta, el portero le quitó la corona de su cabeza.
Isthar rechistó y preguntó
-¿Por qué me quitaste mi gran corona?
- Pasa señora mía, son las reglas del mundo inferior - respondió el portero.
Tras unos pasos en el inframundo otra puerta tuvo que atravesar, y en cuando la hubo pasado, el portero le arrebató los pendientes de sus orejas.
-¿Por qué me quitaste mis pendientes?
- Pasa señora mía, son las reglas del mundo inferior - respondió el portero.
Isthar siguió caminando y traspasó una tercera puerta, en la que fue arrebatada de las cadenas de su cuello.
-¿Por qué me quitaste mis cadenas?
- Pasa señora mía, son las reglas del mundo inferior - respondió el portero.
Al llegar a la cuarta puerta, fue arrebatada de los adornos del pecho.
-¿Por qué me quitaste los adornos del pecho?
- Pasa señora mía, son las reglas del mundo inferior - respondió el portero.
Isthar siguió adentrándose en el inframundo hasta llegar a una quinta puerta y al cruzarla el portero le quitó el ceñidor de piedras de alumbramiento de sus caderas.
- ¿Por qué me quitaste el ceñidor?
- Pasa señora mía, son las reglas del mundo inferior - respondió el portero.
Isthar no se amedrentaba y al llegar a la sexta puerta la cruzo sabiendo que de otra cosa tendría que desprenderse, así el portero le quitó las abrazaderas de sus brazos y sus pies.
- ¿Por qué me quitaste las abrazaderas?
- Pasa señora mía, son las reglas del mundo inferior - respondió el portero.
Isthar se encaminó hacia la séptima y última puerta, donde nada más atravesarla fue despojada del calzón de su cuerpo.
- ¿Por qué me quitaste el calzón de mi cuerpo?
- Pasa señora mía, son las reglas del mundo inferior - respondió el portero.
Así llegó desnuda a la tierra sin regreso, donde puedo reunirse con Tammuz. En este reino fue despojada de todo lo que tenía y con ello le fue arrebatada la vida.
Mientras que Isthar se aventuraba al inframundo, en la tierra la naturaleza había parado su curso, el hombre no yacía con mujer alguna, la cosecha no germinaba, el toro no montaba a la vaca. La Diosa del Amor había desaparecido de la superficie terrestre y con su abandono se había paralizado la vida.
Un hombre se aceró al gran Dios y con lágrimas en los ojos le hace saber lo que sucedía. Isthar ha bajado al mundo inferior en busca de Tammuz y no ha regresado, mientras tanto nada es como debe ser y la Tierra está muriendo.
Ea, el gran Dios, creó en su corazón la imagen de un mensajero, en forma de eunuco, tremendamente bello al que llamo Asushunamir. Fue entonces cuando dijo…
- Rápido Asushunamir, entra en la tierra sin regreso, donde las siete puertas se abrirán para ti. Ereshkigal te verá y se alborozará, cuando su corazón se aquiete, pronunciará el juramento de los Dioses y tras él, levanta tu cabeza y declama.
- Oh señora mía, que me den la bolsa de agua de vida para que pueda beber de ella.
Al oír estas palabras Ereshkigal se mordió los labios. Llena de rabia maldijo a Asushunamir, mientras que su visir le otorgaba el agua con el que salpicó a Isthar y permitió que estos se fueran lejos de su presencia.
Así con el agua de vida, Isthar pudo iniciar el camino de retorno a la tierra, con cada puerta que atravesaba le era devuelto parte de sus objetos. Sin embargo una prenda se quedó en el inframundo a modo de ofrenda, durante seis meses al año Tammuz viviría en el mundo de los muertos, mientras Isthar lamentaba su perdida, seis meses más tarde regresará a la vida, comenzando los festejos de la primavera y la VIDA retornará a la tierra.
Versión/resumen de la leyenda de Isthar por Susana Ortega
Leer más...