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jueves, febrero 15, 2024

Direcciones del Ser Humano

En nuestra vida siempre estamos moviéndonos hacia algún lugar, ya sea física o metafísicamente hablando. Las direcciones que llevamos en nuestro caminar por nuestra amada madre Tierra son ocho: Norte, Sur, Este, Oeste, Noroeste, Noreste, Suroeste y Sureste.
Cada dirección se relaciona y tiene algunas características específicas que siempre es conveniente conocer porque nos van a estar indicando nuestra actitud y nuestro ánimo presente en esos momentos actuales de nuestra vida. Muchas veces no sabemos hacia donde nos dirigimos, de una manera consciente; conocer las características de cada dirección nos puede ayudar a vislumbrar qué es lo que está rigiendo nuestra vida en esos momentos específicos de nuestra existencia. También nos va a permitir darnos cuenta qué, cómo y cuándo cambiamos nuestra dirección específica.



Este
Empieza cada día con un espíritu nuevo
El Este es el lugar del nacimiento y del renacimiento. Es la dirección de la renovación. El Este es el lugar del candor y de la inocencia, porque es la dirección de cada partida, de cada inicio.
El Este es el lugar de la vida que nace, que se renueva. Su símbolo es el fuego. Su color el amarillo. La energía del este es masculina. La estación es la primavera. El número que rige el Este es el uno (1).

Sur
Escucha tus emociones
El Sur es la dirección del verano, de la juventud, del vigor físico. Es el lugar del cuerpo y de las emociones. Es el descubrimiento de los sentidos, de la belleza de la vida que induce sentimientos de amor hacia toda la naturaleza y la humanidad. También enseña a no ceder e incluso rebelarse contra las injusticias y, sobre todo, a no retroceder en el Gran Camino de la Rueda de la Vida. Es la sede de las emociones, simbolizadas por el agua.
Su color es el rojo. El número del Sur es el tres (3). El Sur es el lugar de la inocencia, de la confianza y de la percepción íntima de la naturaleza de nuestro corazón.

Oeste
Enfréntate a lo desconocido sin miedo
El Oeste es el lugar de los sueños y de la meditación. La mente gira al Oeste para enfrentar sus miedos y salir renovada, más fuerte y decidida que antes a proseguir el Camino en la Gran Rueda de la Vida. El Oeste es la dirección de la consciencia de que todo termina. Todo inicio tiene un final y cada final renace en cada inicio.
El Oeste es la dirección de la materia. El símbolo del Oeste es la Tierra. Su color es el negro. El número del Oeste es el dos (2). La estación es el otoño.
El Oeste es el lugar donde descansa la Tierra. Significa meditar sobre la naturaleza y sobre su propio papel en su interior.

Norte
El Norte controla la mente
En tu viaje has de aprender que todo es transitorio, has de detenerte para contemplarte a ti mismo y al mundo.
El Norte es la dirección de la mente. Su símbolo es el aire. Su color es el blanco y su número es el cuatro (4).
El Norte es el lugar del inicio, de la renovación y de la purificación. La purificación física, mental y espiritual, y la voluntad te conducirán a nuevos niveles de conciencia y de realización.

Suroeste
Siente la vida
Tienes la fuerza para enfrentarte a tus emociones aunque te dé miedo. Tu cuerpo aguantará, siempre que te dejes llevar por tu corazón sin miedo. Has de escuchar tus emociones para enfrentarte a lo desconocido, así como a lo conocido. Descansa, medita y sueña para que tus emociones se inunden de paz, amor y dicha.
La dirección del Suroeste es meditar sobre los sentimientos que provoca la naturaleza en uno, así como sobre el propio papel en la vida. El número del Suroeste es el ocho (8). El color es el verde. Su símbolo es el río. La estación es la transición entre el verano y el otoño.

Noroeste
Control de la mente ante los miedos
Has de aprender que todo es transitorio. Mediante los sueños y la meditación debes contemplarte a ti mismo. Has de controlar tu mente para enfrentar tus miedos y salir renovado. Has de ser muy consciente de que todo tiene un principio y todo tiene un final. Renacer en el inicio. La dirección es integrar materia y mente. La mente moldea la materia.
El símbolo del Noroeste es el viento. La estación es la transición entre el otoño y el invierno. El número que rige la dirección del Noroeste es el seis (6). El color es el índigo.

Noreste
La mente dirigida hacia su destino espiritual
Cuando aprendemos que todo es transitorio vivimos nuestra vida con un espíritu nuevo cada día, renaciendo de las propias cenizas a cada instante sin aferrarnos a nada. Hemos de renacer cada día purificando el cuerpo, la mente y el espíritu.
El símbolo del Noreste es el volcán. Su color es el ámbar. La estación es la transición entre el invierno y la primavera. Su número es el cinco (5). El Noreste es la dirección de la mente al servicio del espíritu.

Sureste
El espíritu se manifiesta en el corazón
Tu espíritu es joven y vigoroso. Mantiene tu cuerpo sano y tus emociones en paz y dicha. Cuando tu ser se deja guiar por el espíritu descubres la belleza de la vida y todos tus sentidos se encaminan hacia el amor por toda la naturaleza y por toda la humanidad.
La dirección es dejarse llevar por cualquier camino que tenga corazón. El símbolo del Sureste es el relámpago. El color es el anaranjado. El número es el siete (7). La estación es la transición entre la primavera y el verano.

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domingo, octubre 29, 2023

Un Puente entre Dos Mundos

¿Cómo Surgió la Ruta de la Seda?

Había una vez, en tiempos antiguos, dos mundos separados por vastas extensiones de tierras desérticas y escarpadas montañas: Asia y Europa. Ambos continentes, ricos en cultura y recursos, permanecían en su mayoría ajenos el uno al otro. Sin embargo, el destino de estas dos tierras estaba a punto de entrelazarse a través de una red de rutas comerciales que cambiaría el curso de la historia: la Ruta de la Seda.

Todo comenzó en el siglo II a.C., durante el reinado del emperador chino Wu de la dinastía Han. Los chinos, maestros en el arte de la seda, buscaban expandir sus mercados y obtener caballos de guerra más robustos, que se decía abundaban en las regiones occidentales. Por otro lado, en las cortes europeas, se hablaba de un misterioso material, suave como una nube y brillante como el sol, que provenía del lejano este. Era la seda, un bien preciado que pronto se convertiría en símbolo de poder y riqueza.

Zhang Qian, un valiente explorador chino, fue enviado por el emperador Wu en una misión diplomática hacia el oeste. Aunque fue capturado y retenido por una tribu nómada durante una década, Zhang Qian nunca perdió la esperanza. Finalmente escapó y continuó su misión, llegando a regiones tan lejanas como Sogdiana y Bactriana. A su regreso a China, trajo consigo historias de culturas desconocidas y de un mundo vasto más allá de las fronteras del imperio Han.

La curiosidad y el deseo de comerciar impulsaron a ambos lados a establecer rutas comerciales. Caravanas cargadas de seda, porcelana, especias y papel partían de China, atravesando desiertos como el Taklamakán, sorteando los peligros del Paso Khunjerab y cruzando las montañas del Pamir. Por otro lado, desde el Mediterráneo, comerciantes traían oro, plata, vinos finos y vidrio.

Con el tiempo, la Ruta de la Seda no solo facilitó el intercambio de bienes, sino también de ideas, religiones y tecnologías. El budismo, por ejemplo, se extendió desde la India hasta China y más allá. Las técnicas de fabricación de papel y porcelana, así como el sistema numérico indo-arábigo, se difundieron hacia el oeste.

A medida que las caravanas viajaban, las ciudades a lo largo de la Ruta de la Seda, como Samarcanda, Bujará y Ctesifonte, florecieron y se convirtieron en centros de aprendizaje y cultura. Estas ciudades eran un crisol donde se mezclaban personas de diferentes orígenes, desde artesanos y mercaderes hasta filósofos y astrónomos.

Aunque la Ruta de la Seda enfrentó desafíos, como invasiones y el surgimiento de rutas marítimas alternativas, su legado perdura hasta el día de hoy. Sirvió como un puente entre dos mundos, fomentando un intercambio que enriqueció a ambas civilizaciones y dejó una marca indeleble en la historia de la humanidad.

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lunes, octubre 16, 2023

El Valor del Principio de Amistad

"Un hombre, su caballo y su perro caminaban por una calle. Después de mucho caminar, el hombre se dio cuenta que él, su caballo y su perro habían muerto en un accidente. Es que a veces los muertos tardan un tiempo antes de darse cuenta de su nueva condición.

La caminata era muy larga, cerro arriba, el sol estaba fuerte y ellos estaban transpirados y con mucha sed. Necesitaban desesperadamente agua.
En una curva del camino divisaron un portón magnífico, todo de mármol que conducía a una plaza pavimentada con bloques de oro, en el centro de ella había una fuente de donde emanaba agua cristalina. El caminante se dirigió al hombre que en una garita custodiaba la entrada.
- Buen día, dice él.
- Buen día, respondió el hombre
- ¿Qué lugar es este tan lindo?, preguntó.
- Esto es el Cielo - fue la respuesta.
- ¡Qué bueno que llegamos al Cielo! Estamos con mucha sed - dijo el hombre.
- Puede entrar a beber agua cuando quiera - dijo el guardia, indicando la fuente.
- Mi caballo y mi perro también están sedientos.
- Lo lamento - dijo el guarda. Aquí no se permite la entrada de animales.

El hombre quedó desconcertado, pues su sed era grande. Pero él no estaba dispuesto a beber dejando a sus amigos con sed. Así que prosiguió su camino.

Después de mucho caminar cerro arriba, con la sed y el cansancio multiplicados, llegaron a un sitio cuya entrada estaba señalada por una puerta vieja semi abierta. La puerta conducía a un camino de tierra, con árboles a ambos lados haciendo sombra. A la sombra de uno de los árboles había un hombre acostado.
- Buen día - dijo el caminante.
- Buen día - dijo el hombre.
- Estamos con mucha sed yo, mi caballo y mi perro.
- Hay una fuente entre aquellas piedras - dijo el hombre. Pueden beber cuanto quieran.

El hombre, el caballo y el perro fueron hasta la fuente y saciaron su sed.
- Muchas gracias - dijo al salir.
- Vuelvan cuando quieran - dijo el hombre.
- A propósito - dijo el caminante, ¿cuál es el nombre de este lugar?
- El Cielo - respondió el hombre.
- ¿Cielo? Pero si el hombre de la garita de más abajo, al lado del portón de mármol, dijo que ese era el Cielo.
- Aquello no es el Cielo, eso es el Infierno.
- Pero entonces, dijo el caminante, esa información falsa debe causar grandes confusiones.
- De ninguna manera, respondió el hombre. En realidad, ellos nos hacen un gran favor porque allá quedan las personas que son capaces de abandonar a sus mejores amigos".

Moraleja: Quienes se mantienen aferrados a los auténticos valores, serán los únicos que puedan llevar el timón del extravagante barco que es la vida a buen puerto. Experiencia vital y acreditada carrera profesional. Lo demás, son fenómenos de moda que acaban como juguetes rotos.

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miércoles, diciembre 28, 2022

Fuego Purificador

Hasta el fin de los tiempos, siempre habrá algún fuego encendido sobre la tierra.


Se erige el fuego como el rayo misericordioso que acabará con la tribulación de esta humanidad terminal que vive, agónica, sus últimos días y permitirá su completa regeneración, dando lugar a otra, la que renacerá a un mundo nuevo y a una Edad de Oro, siendo esencial que aún queden unos pocos iniciados que se empeñen en la labor de custodiar la Ciencia Sagrada y la Memoria completa del Ser universal para posibilitar la continuidad de la creación.

Todas las tradiciones hablan en sus mitos sobre este final de los tiempos, pero queremos poner el cierre a modo de corolario con la profecía de los indios Hopi de Arizona. Esta tribu lo define como “la gran purificación de fuego” y la señal que anunciará su llegada será una intensa luz azul en los cielos, la Kachina azul. A su vez, esta señal se manifestará previamente en el centro de la plaza donde practican sus ritos y danzas, cuando el danzante que representa a esta Kachina se quite la máscara anunciando la llegada del fuego purificador que dará paso a una nueva humanidad.

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sábado, noviembre 07, 2020

El Arte de la Manipulación

Erase una vez que en la Europa medieval, se marca el punto de partida de un trazo de la historia que marcaría el rumbo años más tarde, de un incógnito país, desconocida su existencia en aquellos momentos.
En las calles lastradas de España y con atardeceres que acarreaban vientos presagiando tormentas, se aglutinaban los habitantes de dicho pueblo en las calles que desembocaban en el puerto, principal referente de la economía bajo la cual giraba la cotidianeidad del pueblo. Al caer la tarde las cantinas se abarrotaban de marineros sedientos de mitigar sus secas gargantas, producto de la salobre brisa marina y con la ilusión y ─bajo el espejismo del alcohol─ de hallar en la noche a la mujer anhelada, en cualquier casa de citas, de las tantas que existían.
Prácticamente esta zona de Europa era el destino de muchos aventureros y donde piratas curtidos reclutaban a fornidos marineros que desafiaban los mares por unas cuantas monedas, con promesas de una noche de amor con mulatas portuguesas y licor producido en añejos toneles de madera de pino.
Estos Señores ya en tierra, producían rutinarios escándalos y pleitos, que eran el tormento de todo el pueblo, ya que eran individuos que no reconocían ley alguna, sino, que se deleitaban con el sonido de sus espadas al chocar en las rocas.

En la zona rosa del pueblo, las altas autoridades del pueblo, recibían a Cristóbal Fermín, un marinero con amplio historial de aventurero y de reconocida ambición, y que les relataba que en uno de sus últimos viajes en alta mar, habían recogido de las aguas a un anciano náufrago, que en sus manos moribundas tenía un trozo de cuero y en el mismo, a punta de cuchillo se hallaba grabado un croquis que señalaba, que donde terminaba el horizonte, en el sitio donde se ocultaba el sol y salía la luna, se oían voces que traía el viento y luces destellantes que las nubes dibujaban en el cielo, cuando el viento cesaba de rugir en las noches estrelladas; el moribundo anciano le había confesado que en dichas islas habían valles y ríos dorados y lindas mujeres.
Ante el cuestionamiento de las autoridades del pueblo, Cristóbal solicitaba a cambio de tres embarcaciones y que se le nombrase Almirante, la mitad del oro que hallara en las nuevas tierras y adicionalmente, que les proponía liberar del erario del pueblo las costas por comidas y ropas, al mantener prisioneros a un montón de vagabundos, de piratas viejos con malas costumbres y que bajo el pretexto de nombrárseles marineros y ser dejados en libertad, acudirían en tropel a la nueva aventura.

Pensando y hablando entre ellos, las autoridades del pueblo, al margen de promesas de riquezas venideras, vieron que era una preciada oportunidad de deshacerse de una porción de la población, que en vez de producir, significaba un alto costo para los ciudadanos dignos y, acceden a las peticiones del ambicioso y frustrado marinero, ya entrados en años.
A los pocas semanas en el puerto principal de la ciudad se agolpaban los tipos desempleados, los vagabundos que dormían en las aceras; y rodeados de muchos gendarmes bien armados, un nutrido grupo de prisioneros, aun con sus ropas distintivas, y a los que se liberaba de sus manos atadas, hasta que traspasaban la rústica y gruesa puerta de madera trasera de los barcos. A la orilla del muelle, pintorescamente habían damiselas pintarrajeadas que los despedían agitando pañuelos de variados colores y en cuyos rostros se marcaban con una mezcla de alivio y desazón. Y se hicieron a la mar.

Días después y de manera accidental, gendarmes del barco La Pinta descubren en la oscuridad de la noche, en la sucia cocina, a un joven polizón, que se había infiltrado sin importar qué motivaba el viaje ni el rumbo al que iban. De inmediato el jovenzuelo fue trasladado ante Cristóbal Fermín, que ya sentía el peso de la soledad y medio molesto, le sentencia que iba a ser pasto de los tiburones por semejante atrevimiento de colarse en su embarcación. El joven balbuceante le implora perdón y le dice que no recuerda, cuándo por última vez, había estrenado ropa decente y comida caliente, que lo dejase seguir en la aventura oceánica y que a cambio, le distraería con sus artes de titiritero, arte por demás, con las que se ganaba el pan en las aciagas calles de los pueblos que recorría sin saber ni como se llamaban. Cristóbal Fermín, siente cosquilleos de curiosidad del añejo niño que lleva por dentro y le dice que le suena interesante la oferta. Le pregunta su nombre: todo trémulo, el joven polizón le dice llamarse: Juan Pérez de La Concha.

Vale mencionar la gran algarabía, al cabo de meses a la mar, que sintieron los facinerosos al descubrir la desconocida tierra, pensaron ellos y la llamaron así: Atlántida. El propio viejo Cristóbal Fermín, embriagado de licor y riquezas nuevas, embarcaba de vuelta a España barcos llenos de oro, no con la mitad ofrecida, sino, menos de la tercera parte saqueada de los pueblos. En cada nueva isla que hallaban, Fermín iba dejando a un fiel súbdito como intendente, bien aleccionado de la forma de repartición del botín.

En una de las últimas islas, a la que bautizaron Costa Faro, y con cierta tristeza, ya que le había tomado mucho cariño, deja a Juan Pérez de La Concha, ya a esas alturas, un hombre.
Era este, Juan Pérez, un asiduo devorador de libros viejos que hablaban de magias, de esoterismos, de Nostradamus, de artes dominadoras de la mente y producto de las lecturas a altas horas de la noche, descuidaba su aspecto y apariencia. Vale decir, que no era un tipo agraciado, más bien, él se frustraba de su aspecto y pese a tener oro y joyas escondidas, no hallaba en el pueblo, nativa que le pusiera atención. Esto, marcó mucho el carácter de Pérez de La Concha e hizo que, adicional a creer en la reencarnación, se creyese heredero de poderes mentales y hacia desplantes ante sus amigos, de que tenía poderes hipnóticos y solía repetir a menudo, que en su anterior vida había sido Rey y de haber tenido un ejército de sirvientes. En cofres viejos hallados de una embarcación Hindú, se embelesó con centenares de libros de un juego de estrategias y de guerras y se dio a hacer figurillas talladas en madera que representaban reyes, súbditos y caballerías. Esta afición marco la segunda parte de la vida de De La Concha, hasta sus postreros años.

Años más tarde en Costa Faro, y ya abstraído, el que se creía Rey, idea para tener más tiempo para su nuevo pasatiempo, nombrar un Consejo de Directivos, para que se ocupen de las trivialidades de manejar aspectos del gobierno y así, él dedicarse a viajar para recibir honores en las Islas vecinas. Ciertamente, y para justicia del libro de la historia de los pueblos, Juan Pérez de la Concha, era un tipo de una inteligencia muy aguda, muy especializada en sus aficiones por lo mental y ahora, por el nuevo juego, vanagloriándose de ganarle a toda la soldadesca, que temerosos de su mal carácter ó temiendo que les hiciese un embrujo, se dejaban ganar una y otra vez.
Este Consejo de Directivos, tipos de poca imaginación y de poca iniciativa, se sentían honrados de que el Máximo Jefe Local y representante de La Corona, les distinguiese al parecer con tan alta designación, y se sentían importantes, a muchos de ellos, les llenaba tan sólo, el tener una excusa para poderse fugar de los dominios tiránicos de la mujer de la casa y tener con la salida, una excusa para comer y beber gratis, en abundancia.
A las primeras reuniones, se hacía presente Juan Pérez de la Concha, con la finalidad de aleccionar a los civilizados nuevos vagos, más adelante conocidos en el libro de la historia como burócratas, y que obviamente toda democracia y nueva forma de gobierno traía consigo –desgraciadamente─ y en el silencio de su aposento, de La Concha ideó un perfil de cómo iban a ser y actuar, los nombrados en dicha directiva. Les fijó reglas claras y a punta de cuchillo en un nuevo trozo de cuero gastado les escribió el manual y el decálogo de lo que tenían que hacer cuando simulasen estar reunidos. O sea, casi nada, porque las órdenes él se las iba a hacer llegar al que se sentaba a la cabeza de la mesa. Como paga, unas cuantas monedas de oro y el poder cambiarles el mote como se les llamaba en el parque del pueblo, por un nombre decente en el registro de ciudadanos y de vez en cuando, mandarlos a conocer nuevas islas.

Hacía varios lustros que Cristóbal Fermín había muerto de un ataque de pánico acaecido en medio de uno de sus sueños, donde tenía la pesadilla que Juan Pérez de La Concha se erigía nuevo Caudillo, despojándole con ello, de las amañadas y mal habidas riquezas desvalijadas a los pueblerinos. Ya España no era potencia y había sido conquistada por ciudadanos vikingos y que habían fundado el feudo de Ruskia. Nueva potencia a la que necesariamente todas las islas debían de pagar un tributo, incluida obviamente Costa Faro.

De La Concha, cansado de viajar y de compartir con los aburridos Directivos, con los cuáles les daba pereza conversar, dada las limitaciones de conocimientos de historia y de cultura, que tenían, ya que las reuniones lejos de hablar del ordenamiento de ideas, planes y proyectos, se dedicaban a contar historias de conquistas femeninas -inventadas muchas de ellas- y de chistes malos. Por eso, tras uno de sus viajes nombra como Cabeza del Consejo del Pueblo a Diego Humareda de La Cresta, quien se pavoneaba de ser muy habilidoso engañando a los pueblerinos, dada su facilidad de palabra.
Este nombramiento, fue el principio del fin del ya ahora canoso y arrugado Juan Pérez. Diego Humareda, comenzó a pretender a escondidas y a sus espaldas y alentado por muchas de sus ausencias, y por medio de regalos de pulseras y cadenas, a los bucólicos compañeros del Consejo para que se levantaran en contra del dominio del sicótico Pérez de la Concha; lo que no sabían los incautos directivos era que en realidad dichas joyas tenían baños dorados falsos; Humareda anhelaba en sus adentros, que una vez desapareciese Pérez de La Concha le nombrasen Administrador Absoluto del Gobierno.

A oídas de Juan Pérez llegó la infausta noticia de la trama de Humareda y pasó noches enteras, en la soledad de su camastro, llorando la traición y a la mañana siguiente, le retó a un duelo, con el tipo de armas que Diego Humareda escogiera. Astuto y cobarde, Humareda dilataba la respuesta en espera de que los achaques le cobrasen antes, la vida a su antiguo mentor.
En la personalidad de Humareda, que para nada era apto para regir los destinos del pueblo, dada su incultura y su ya conocida lengua sibilina, guardaba en su oscura alma la envidia, de que pese a sus orígenes, Juan Pérez había desarrollado dotes histriónicas y de amplio dominio sicológico de las masas y le irritaba ver en las vitrinas de las ventas de libros, un manuscrito que con sus últimos hálitos de vida, escribió De la Concha y que había titulado -queriendo honrar con ello- a un contemporáneo de quien había oído hablar a marineros de otros países, de un tal Nicholas Maquiavelus: y en su honor lo tituló: El Arte de la Manipulación.

Diego Humareda, no era muy querido por el pueblo, ya que en los bares del pueblo se decía que hablaba más que la mujer que cada uno de ellos tenían en la casa y que sólo tonteras proponía en el ya aburrido y arcaico Consejo de Directivos. Y lo que no le gustaba al pueblo era que hablaba mal de su mentor y a escondidas en las esquinas. Solía decir a cuanto pueblerino se encontraba que, de joven Pérez, había sido un brujo y que encantaba con hechizos y entierros, a los jóvenes para que nunca le ganaran en el juego milenario de la India y que se convirtió en la obsesión en vida decir que su mente era superior.

Juan Pérez de la Concha, consciente de que le quedaba poco tiempo de vida, mandó a traer del pelo a Humareda y en la cumbre del Cerro de La Cruz, bajo la luna llena, planeo el ansiado duelo de muerte, a pistolas.
El padrino del duelo, un amigo de ambos, Fortunato de la Vega, cansado de ambos, y habiéndole cobrado a ambos una fortuna, por ponerle una bala falsa al rival y de plomo real a la otra, les jugó una jugarreta a ambos y cargó ambos revolverse con una bala explosiva, ésta sí, bañada del metal plata verdadero. De La Concha, escogió primero estar de espaldas a la luz que arrojaba la luna llena, para ofrecer menos puntería, Humareda en su desesperación ante lo inevitable, goteaba gotas de agua amarillezcas por sus botas y en un último intento, se le ocurre irritar a su rival recordándole a gritos su fealdad, misma fealdad que le había impedido toda la vida de amores. Esto surtió efecto y en la cara de Pérez se dibujó la furia y antes de terminar el conteo de tres, que a grito pelado, el padrino gruñía, desenfundaron ambos a la misma vez, disparando simultáneamente, hiriéndose de muerte ambos. El disparo de Humareda dio en una piedra y para mala suerte de su mentor, de rebote se empotró en su frente; y el disparo de Pérez le entró a Humareda arrancándole la lengua, que quedó colgada de la rama de un árbol.

Abajo en la ciudad, una quietud y un silencio sepulcral. Al bajar Fortunato de la Vega y decirles el desenlace, se armó tremenda fiesta en el pueblo y todos bailaban y se felicitaban de que ambos tiranos desaparecieran de sus vidas, sabían que el nuevo día iba a salir el sol por el mismo lado, nada más que más brillante y caluroso.

Autor: Genaro Amerindio

Fuente: Ajedrez Universal

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sábado, enero 18, 2020

Leonardo Fibonacci

Leonardo de Pisa fue hijo de un comerciante italiano llamado Bonaccio, por eso todos le conocieron como "el hijo de Bonaccio" o Fibonacci. Fue el matemático más original de su época. Su libro más conocido es el Liber Abaci (Libro del Ábaco), escrito en 1202, en él explica la numeración árabe, que es la que hoy en día usamos todavía nosotros. Este libro introdujo en Europa el sistema numérico "arábico-hindú". Fibonacci "redescubrió" la secuencia conocida desde entonces como los números de Fibonacci.


Esta secuencia presenta, entre otras, las siguientes características:
- La suma de dos números consecutivos cualquiera es igual al siguiente número más alto. 3 más 5 es igual a 8, y así sucesivamente. La serie es 1,1,2,3,5,8,13,21,34,55,89,144,...
- A partir del cuarto número, el cociente entre cualquier número y el siguiente se aproxima a 0,618.
- El cociente entre cualquier número y el inmediato anterior es aproximadamente 1,618.
- El cociente entre dos números alternos se acerca a 2,618 o a su inverso 0,382.

El número 1,618 era muy utilizado en el arte de la Antigua Grecia (fachada del Partenón de Atenas) y por los matemáticos egipcios. Los griegos le dieron por nombre número áureo y lo simbolizaron con la letra "fi" en honor del escultor Fidias, maestro de las proporciones.
Las propiedades de esta proporción eran muy conocidas por Pitágoras, Platón y Leonardo Da Vinci. Incluso Dalí en su cuadro titulado "Semitaza gigante volando con anexo inexplicable de cinco metros de longitud", dispuso todos los objetos siguiendo rectángulos áureos.

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martes, octubre 15, 2019

El Ave Fenix

El Ave Fénix fue el único animal del Edén que resistió la tentación, ganándose con ello la eternidad. Sea cual sea la versión de su historia que leamos, entenderemos que este ser fantástico simboliza lo mismo en todas las diferentes culturas: la inmortalidad y la resurrección.
El origen del Ave Fénix se remonta a Libia y Etiopía, aunque su nombre proviene del griego y significa: rojo. Representado como un enorme pájaro envuelto en llamas y de plumaje como el fuego, se lo consideraba un semidiós, pues era consumido por las llamas, para luego renacer de sus cenizas.

Los griegos lo bautizaron Phoenicoperus, nombre que recorrió toda la Europa romana. Para ellos, el Ave Fénix poseía plumas deliciosamente perfumadas y era un animal sagrado que –según Heródoto, Plinio el Viejo y Epifanio de Salamina─ sólo existía en Egipto, volaba hacía el altar del Heliópolis cada quinientos años, donde se incendiaba con el fuego y renacía al día siguiente. Allí se lo llamaba Bennu y simbolizaba las crecidas del Nilo, a la resurrección, y al Sol, que muere y renace todos los días.

En la tradición cristiana primitiva, el Fénix vivía en el Jardín del Edén. Cuando Adán y Eva fueron expulsados, el ángel que los desterró despidió una chispa de su espalda que encendió el nido del ave, haciéndolo arder hasta consumirse, pero a ser la única bestia que se había negado a probar la fruta prohibida, le fue concedida la inmortalidad a través de la capacidad de renacer de sus cenizas.
El ave hacía un nido donde ponía un único huevo que empollaba por tres días. Al tercer día, el Fénix se quemaba por completo y resurgía del huevo el mismo Fénix. Así fue como se convirtió en símbolo a la vez de la inmortalidad y de la resurrección, así como de que la esperanza nunca debe morir en el hombre.

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domingo, enero 20, 2019

La Inutilidad de la Certeza

Hoy goza de amplia difusión el concepto de que algo pueda estar «científicamente probado». Se trata poco menos que de un oxímoron. El fundamento mismo de la ciencia estriba en dejar la puerta abierta a la duda. Es precisamente el hecho de que sigamos cuestionándolo todo, y muy particularmente nuestras propias premisas, lo que nos mantiene permanentemente dispuestos a introducir mejoras en nuestros conocimientos. La certidumbre no es solo algo inútil, sino también un elemento que, en realidad, resulta dañino —si de verdad valoramos la fiabilidad.

La incapacidad de apreciar el valor de la incertidumbre se halla en el origen de buena parte de nuestra vaciedad social. ¿Tenemos acaso la seguridad de que la Tierra vaya a seguir inmersa en un proceso de calentamiento paulatino si no hacemos nada? ¿Estamos seguros de que son correctos los detalles de la teoría de la evolución actualmente vigente? ¿Podemos afirmar sin lugar a dudas que la medicina moderna es siempre una mejor estrategia que los métodos de curación tradicionales? En todos estos casos la respuesta es negativa. Ahora bien, si tomando como base esa falta de certeza nos plantamos de un salto en la convicción de que lo mejor es no preocuparse del calentamiento global, de que en realidad no existe una evolución, de que el mundo fue creado hace seis mil años, o de que los remedios tradicionales han de ser invariablemente más eficaces que los métodos de la medicina moderna, entonces estaremos comportándonos simplemente de un modo estúpido. Con todo, son muchas las personas que establecen esas inferencias, dado que la ausencia de certidumbre se percibe como un signo de debilidad en lugar de considerarse como lo que es: la fuente primera y más importante de nuestro conocimiento.

Todo saber, incluso el más sólidamente fundamentado, deja un margen a la incertidumbre. El propio conocimiento se revela de naturaleza probabilística —idea que vienen a resaltar algunas de las corrientes del pragmatismo filosófico—. Si lográsemos una mejor comprensión del significado de la noción de «probabilidad» —y, sobre todo, si entendiéramos más adecuadamente que no tenemos necesidad de hechos «científicamente probados» (y que jamás los hemos poseído), sino que nos basta con disponer de lo que disponemos, esto es, de un grado de probabilidad lo suficientemente elevado como para permitirnos el lujo de tomar decisiones— conseguiríamos mejorar las herramientas conceptuales de la gente en general.
Carlo Rovelli
Físico del Centro de Física Teórica de Marsella

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jueves, noviembre 22, 2018

Por Qué Querer Ser Íntegros

Aléjate de esos místicos consumidos por el odio, que adoptan actitud de amigos de la humanidad y predican que la más alta virtud capaz de ser practicada por el hombre es la de no otorgar valor alguno a la vida. ¿Te cuentan que el propósito de la moralidad es refrenar el instinto humano de auto-preservación? Es con el propósito de la auto-preservación que el hombre necesita un código de moralidad. El único hombre que quiere ser íntegro es aquel que desea vivir.

No, no es preciso vivir si no quieres; éste es tu acto básico. Pero si eliges vivir, has de hacerlo como hombre, gracias al trabajo y al discurrir de tu mente.

No, no es imprescindible vivir como un hombre; se trata de un acto de elección moral. Pero no puedes vivir según cualquier otra cosa, y la alternativa es ese estado de muerte viviente que ahora observas en tu interior y a tu alrededor; el estado de algo inadecuado para la existencia, algo no humano y menos que animal; algo que sólo conoce el dolor y que se arrastra en el transcurso de los años en la agonía de una autodestrucción irreflexiva.

No, no es preciso pensar; se trata de un acto de elección moral. Pero alguien ha de hacerlo para mantenerte vivo. Si eliges la omisión, defraudas a la existencia y pasas tu déficit a un ser moral esperando de él que sacrifique su bien a fin de dejarte sobrevivir por tu deficiencia.

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jueves, noviembre 15, 2018

Conseguir la Felicidad

La felicidad es un estado triunfal; el dolor es un emisario de la muerte. La felicidad es ese estado de consciencia que procede de la consecución de los propios valores. Una moralidad que se atreva a decir que se obtendrá la felicidad en la renunciación a la dicha, que se valore aquélla por el fracaso de los valores, es una insolente negación de la moralidad. Una doctrina que dé como ideal el papel de animales para el sacrificio, buscando la muerte en los altares de otros, da la muerte como norma. Gracias a la realidad y de la naturaleza de la vida, el hombre —cada hombre —constituye un fin en sí mismo, existe por sí mismo y la consecución de su propia felicidad constituye su más alto propósito moral.

Ni la vida ni la felicidad pueden conseguirse persiguiendo caprichos irracionales. Del mismo modo que el hombre es libre para intentar sobrevivir de cualquier modo que sea, sin embargo perecerá a menos que viva como su naturaleza requiere, también es libre de buscar su felicidad en cualquier fraude insensato; pero sólo hallará la tortura del fracaso, a menos que busque una dicha adecuada a él. El propósito de la moralidad consiste en enseñar, no a sufrir y a morir, sino a disfrutar y a vivir.

Apartemos de nosotros a esos parásitos de las aulas subvencionadas, que viven gracias al provecho extraído a la mente de otros y proclaman que el hombre no necesita moralidad, ni valores, ni códigos de conducta. Ellos, que adoptan el papel de hombres de ciencia y proclaman que el hombre es sólo un animal, no le otorgan su inclusión en una existencia que han garantizado al más inferior de los insectos. Reconocen que toda especie viviente tiene un modo de sobrevivir, exigido por su naturaleza; no proclaman que un pez pueda vivir fuera del agua o que un perro sobreviva sin su sentido del olfato. Pero, según ellos, el hombre es el más completo de los seres vivientes y puede sobrevivir de cualquier modo; el hombre carece de identidad, de naturaleza, y no existe razón práctica por la que no pueda alentar, aunque sus medios de supervivencia hayan quedado destruidos, y su mente estrangulada y colocada a disposición de cualquier orden que ellos quieran establecer.

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martes, noviembre 13, 2018

Dinero y Conciencia

El dinero se hace antes de que pueda ser arrebatado por un ladrón o solicitado mediante lágrimas, por el esfuerzo de todo hombre honrado, y en la medida de la capacidad de cada cual. El hombre honrado es aquel que comprende que no puede consumir más de lo que ha producido.

Comerciar por medio de dinero es el código de los hombres de buena voluntad. El dinero descansa en el axioma de que cada cual es propietario de su mente y de su esfuerzo. El dinero no permite a ningún poder humano prescribir el valor de un esfuerzo, excepto por elección voluntaria de quien siente deseos de ofrecer el suyo a cambio. El dinero permite obtener por los propios productos y el propio trabajo, aquello que quienes han de adquirirlo consideran apropiado; pero no más.

El dinero no permite otros tratos que aquellos que se llevan a cabo en beneficio mutuo, dentro del recto juicio de ambas partes. El dinero exige el reconocimiento de que el hombre ha de trabajar en beneficio propio, y no en su detrimento; para ganar y no para perder. Equivale a reconocer que el hombre no es una bestia de carga, nacida para transportar el fardo de su propia miseria, que hay que ofrecer valores y no quejas; que el lazo común entre los hombres no es un intercambio de sufrimientos, sino el de mercancías. El dinero exige que se venda; pero no debilidad a cambio de estupidez, sino talento a cambio de razón; exige que se compre, no lo peor que sea ofrecido, sino lo mejor que se pueda conseguir con el propio dinero. Y cuando los hombres viven para el comercio o, con la razón y no la fuerza como árbitro decisivo, el mejor producto es el que gana; el trabajo más perfecto; el hombre de más profundo juicio y más alta maestría. Y el grado que alcance la productividad del hombre será también el de su recompensa. Tal es el código de la existencia, cuya herramienta y símbolo constituye el dinero.

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martes, noviembre 06, 2018

El Valor de la Vida del Hombre

El hombre ha sido llamado ser racional, pero la racionalidad es asunto de elección, y la alternativa que su naturaleza le ofrece es ésta: ser racional o animal suicida. El hombre ha de ser hombre por elección, ha de conservar su vida como valor por elección, ha de aprender a sustentarse por elección, ha de descubrir los valores requeridos y practicar sus virtudes también por elección.

Un código de valores aceptado por elección, es un código moral. Existe una moralidad adecuada al hombre, y la Vida Humana es su pauta de valores.
Todo lo que resulta adecuado para la vida de un ser racional, es bueno; cuanto la destruye, es malo.

La vida humana, tal como requiere su naturaleza, no es la vida de un bruto sin mente, de un rufián saqueador o de un místico furtivo, sino la de un ser que piensa; no la vida vivida gracias a la fuerza o el fraude, sino la vida basada en sus propios logros; no una supervivencia a cualquier precio, puesto que sólo existe un precio adecuado a la supervivencia humana: la razón.

La vida del hombre es la norma de toda moralidad, pero vuestra propia vida constituye su propósito. Si la existencia sobre la Tierra representa vuestro objetivo, debéis elegir vuestras acciones y valores según la pauta de lo que es adecuado al hombre, con el propósito de conservar y disfrutar ese irremplazable valor que es vuestra vida.

Como la vida requiere un curso de acción específico, cualquier otro que se siga la destruirá. Un ser que no considere su propia vida como motivo y meta de sus acciones, actúa basándose en la norma y el motivo de la muerte. Semejante ser es una monstruosidad metafísica, forcejeando para oponerse, negar y contradecir el hecho de su propia existencia; corriendo ciegamente como un loco por un camino de destrucción, incapaz de todo, excepto del dolor.

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domingo, noviembre 04, 2018

Libertad de Elección

Una planta ha de alimentarse con el fin de vivir; la luz solar, el agua, los elementos químicos que necesita, son los valores que su naturaleza persigue; su vida es la pauta de valores que dirige sus acciones. Pero una planta no tiene opción respecto a sus acciones; existen alternativas en las condiciones a que se enfrenta, pero no hay alternativa en sus funciones: actúa automáticamente para prolongar su vida y no puede actuar en su propia destrucción.

Un animal posee elementos para sostener su vida; sus sentidos los aportan gracias a un código automático de acción: un conocimiento automático de lo que es bueno o malo para él. No tiene poder para extender dicho conocimiento ni evadirlo. En condiciones en que dicho conocimiento resulta inadecuado, el animal muere, pero mientras viva, actúa basándose en el mismo con seguridad automática y sin capacidad de elección. Es incapaz de ignorar lo que le es bueno e incapaz de elegir el mal y de actuar como destructor de sí mismo.

El hombre no posee un código automático de supervivencia. Lo que lo distingue sobre todo de las demás especies vivientes es la necesidad de actuar frente a alternativas por medio de una elección volitiva. No posee un conocimiento automático de lo que es bueno o malo para él, de qué valores depende su vida ni qué curso de acción requiere ésta. Se habla mucho acerca del instinto de autoconservación, pero un instinto de autoconservación es precisamente lo que el hombre no posee. Un «instinto» es una forma infalible y automática de conocimiento. Un deseo no es instinto. El deseo de vivir no da el conocimiento requerido para ello. E incluso el deseo humano de vivir no es automático; el mal secreto del ser humano actual reside en que tal es el deseo que no se puede retener. El temor a la muerte no es amor a la vida y no dará el conocimiento necesario para conservarla. El hombre ha de obtener su conocimiento y elegir sus acciones por un proceso mental, que la naturaleza no le obliga a practicar. El hombre posee el poder para actuar como destructor de sí mismo, y tal es el modo en que ha actuado durante la mayor parte de la historia.

Una entidad viviente que considerase maldad sus medios de supervivencia, no sobreviviría. Una planta que se esforzara en destrozar sus raíces, un pájaro que pretendiera romper sus alas, no seguirían mucho tiempo disfrutando de una existencia a la que se oponen; pero la historia del hombre ha sido una lucha para negar y destruir su propia mente.

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jueves, noviembre 01, 2018

La Herramienta Basica de la Supervivencia

La mente humana es la herramienta básica de la supervivencia. Se nos ha dado la vida, pero no dicha supervivencia. El hombre recibe un cuerpo, pero no el sustento para el mismo. Se le otorga una mente, pero no el contenido de la misma. Para vivir ha de actuar, pero antes de poder hacerlo debe saber la naturaleza y el propósito de su acción. No puede conseguir alimento sin conocimiento del mismo ni del modo de obtenerlo. No puede cavar una zanja ni construir un ciclotrón sin idea de su objetivo ni de los medios con que alcanzarlo. Para seguir viviendo ha de pensar.

Pero pensar es un acto electivo. El hombre es un ser de conciencia volitiva. La razón no trabaja automáticamente, el pensar no es proceso mecánico, los contactos de la lógica no se efectúan por instinto. Las funciones del estómago, pulmones o corazón, son automáticas; las de la mente, no. En cualquier hora y circunstancia de la vida somos libres de pensar o de evadir dicho esfuerzo, pero no se puede escapar de nuestra naturaleza, ni al hecho de que la razón es nuestro medio de supervivencia. Para nosotros, seres humanos, la cuestión «ser o no ser» es la cuestión «pensar o no pensar».

Un ser de conciencia volitiva no puede seguir una conducta automática. Necesita un código de valores para guiar sus acciones. El «valor» hay que ganarlo y conservarlo; la «virtud» es la acción por la que se gana y se conserva aquél. El «valor» presupone una respuesta a la pregunta: ¿Valor para quién y para qué? El «valor» presupone una norma, un propósito y la necesidad de actuar frente a una alternativa. Donde no hay alternativas no son posibles los valores.

Sólo existe una alternativa fundamental en el universo: la existencia o la no existencia, y ambas pertenecen a una sola clase de entidades: los organismos vivientes. La existencia de la materia inanimada es incondicional; la existencia de la vida, no: depende de un curso de acción específico. La materia es indestructible, cambia sus formas, pero no puede cesar de existir. Todo organismo viviente se enfrenta a una alternativa constante: la de la vida o la muerte. La vida es un proceso de acción, autosustentadora y autogenerada. Si un organismo falla en la misma, muere; sus elementos químicos perduran, pero su vida termina. Es sólo el concepto de «vida» el que hace posible el concepto de «valor». Sólo para un ser viviente las cosas pueden resultar buenas o malas.

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jueves, enero 18, 2018

Sabiduría Hopi

No veo error alguno en las cosas que puedas decir, ni hacer, sentir y creer porque entiendo que te estás honrando a ti mismo al hacer lo que consideras verdad para ti.

No puedo recorrer la vida con tus ojos ni verla a través de tu corazón. No he estado donde tú has estado ni he experimentado lo que tú has experimentado, ni he visto la vida desde tu perspectiva única.

Te aprecio exactamente como te percibo, expresando tu propia y singular chispa de la Conciencia Infinita, buscando encontrar tu propia forma individual de relacionarte con el mundo.

Sin reserva, ni duda, te dejo hacer cada elección, para que aprendas de la forma que te parezca apropiada.
Resulta vital que descubras y vivas tu propia persona y no alguien que yo u otros piensen que deberías representar.
Oración Hopi - El Aprecio del Otro

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miércoles, marzo 01, 2017

Orión

Orión de Beocia, el hombre más guapo y el cazador más astuto que existía, se enamoró de Mérope, hija de Enopión, rey de Quíos. —Te podrás casar con Mérope —dijo Enopión—, si me prometes matar a todos los animales salvajes de mi isla.

Orión comenzó su misión y cada tarde llevaba las pieles de los osos, leones, lobos, gatos monteses y zorros muertos al palacio de Mérope. Cuando consiguió limpiar Quíos de todos los animales salvajes mayores que un ratón o una comadreja, Orión llamó a la puerta de Enopión y dijo: —Ahora, deja que me case con tu hija.
—Todavía no —contestó Enopión—. Esta mañana, al amanecer, he oído aullidos de lobos, leones y osos rugiendo, zorros ladrando y gatos monteses maullando. Aún no has cumplido el cometido.

Orión entonces se emborrachó y esa misma noche irrumpió en el dormitorio de Mérope. —Acompáñame al templo de Afrodita y cásate conmigo —le gritó.

Mérope chilló pidiendo ayuda y Enopión, temiendo resultar herido si intervenía, envió urgentemente a un grupo de sátiros para que le ofrecieran aún más vino a Orión. — ¡Brindemos por un feliz matrimonio! —gritaban los sátiros.

Orión lo agradeció, bebió más y finalmente cayó al suelo sin sentido. Fue entonces cuando apareció el cruel Enopión y le arrancó los ojos. Después, Orión, ya ciego, pudo oír el martillo de un cíclope a lo lejos y siguió aquel sonido hasta una fragua, lugar donde tomó al hijo del cíclope como guía hasta el Lejano Oriente, donde el Sol guardaba sus caballos junto a Océano, para su viaje diario cruzando el cielo. El Sol se compadeció de Orión y le devolvió la vista. Y Orión volvió a Quíos en busca de venganza. Enopión, advertido de su llegada, se escondió en una tumba y ordenó a sus sirvientes que dijeran que se había ido al extranjero; así que Orión se fue a Creta en su busca. La diosa Artemisa, que pasaba por allí, le dio la bienvenida a Orión. — ¿Por qué no salimos juntos a cazar? —propuso—. Así veremos quién consigue más cabras salvajes.
—Yo no soy rival para una diosa como tú —contestó Orión, con cortesía—, pero me encantaría verte disparar.

El dios Apolo, hermano de Artemisa, los oyó y murmuró indignado: —Me parece que Artemisa se ha enamorado de este mortal. Debo poner fin a esto.
Envió entonces un gigantesco escorpión, más grande que un elefante, para que atacara a Orión. Éste disparó todas sus flechas al animal y después usó la espada; pero, al ver que no era capaz de matar a aquel monstruo, se lanzó al mar y se alejó nadando.

Apolo, entonces, le preguntó a Artemisa, que acababa de llegar con un arco y unas flechas: — ¿Ves aquella cosa negra que sube y baja en el mar a lo lejos?
—Sí —contestó Artemisa.
—Es la cabeza de un miserable llamado Candaonte —dijo Apolo—. Ha insultado a una de tus sacerdotisas. ¡Mátalo!

Artemisa creyó a Apolo, apuntó con cuidado y disparó. Más tarde, cuando la diosa descubrió que había matado a Orión, convirtió a éste en una constelación, perseguida eternamente por un escorpión, para que todo el mundo recordase los celos y las mentiras de Apolo.

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martes, abril 05, 2016

Samadhi

El viento paró. Las aves callaron respetuosas. El cielo entero pareció detenerse a escuchar mientras dentro de su alma, una voz silenciosa parecía elevarle a otros mundos: Solo cuando el Alma habla las palabras viven. Solo cuando el corazón es libre puede el amor ser expresado. Solo cuando el oído escucha, el verbo actúa. Solo si los ojos son puestos en la luz pueden los pasos ser dirigidos correctamente. Solo si el pensamiento calla, el Maestro habla. Solo en la ausencia de deseos puede la paz florecer. Solo cuando los ídolos caen puede ser encendida la antorcha de la libertad. Solo trascendiendo la pequeñez del ser se llega al santuario interior. Solo en la ausencia de la personalidad, la Creación revela su plan. Solo disolviendo la ilusión del tiempo y el espacio se comprende al espíritu...
... Las horas pasaron y el sol brilló nuevamente en el horizonte. Y él se sumergió en el Samadhi para despertar en los reinos de la Eternidad.

Y vio un destello repentino que alumbró la noche oscura que lo envolvía y sus ojos no volvieron a mirar como antes. Vio el dolor de los enfermos y supo que necesitaban amor. Que muchas de sus enfermedades eran producto de la falta de amor. Vio al rostro de los delincuentes y supo que en sus actos estaban pidiendo amor porque buscaban protestar por la soledad y la incomprensión que sentían. Vio la angustia de los hambrientos y percibió la falta de amor. Vio la cara de los malvados y crueles y comprendió la soledad y el temor que rodeaban sus corazones y entendió su imperiosa necesidad de amor. Vio los ríos contaminados, las tierras resecas, los valles desiertos y supo que el mundo necesitaba amor. Y entonces pensó: «Hoy Cantaré al Amor, y mi Vida será un Eterno Arpegio de Amor».

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viernes, abril 01, 2016

El Camino Rojo - Conocimiento Ancestral de los Pueblos Originarios de América

La razón por la cual hay pocas palabras escritas sobre el Camino Rojo es que es contraria a la idea de que lo escrito es la palabra legítima, pues esta, la palabra escrita niega la palabra hablada. Si no está escrito no existe, dicen los que están fuera de este camino. Y el Camino Rojo es una tradición oral.
¿Cómo puedes capturar aquello que es sutil y que sucede en un breve instante? Si lo capturas deja de ser temporal y pierde su vida. ¿Por qué el poder de la palabra oral? Porque este mundo fue creado por el pensamiento de los seres sagrados y realizado por su palabra. Seres con los que se habla con nuestros rezos, palabras y cantos. Por eso la madre natural del hombre es la naturaleza y por consiguiente la Tierra. Nosotros pertenecemos a la Tierra, por eso el camino rojo forma parte ella, de nuestra religión. Las enseñanzas y las ceremonias giran en torno a ella y destruirla es acabarnos a nosotros.


Decía el jefe Ce Atl: “…Cada parcela de esta Tierra es sagrada para mi pueblo. Cada mata brillante de pino, cada grano de arena en las playas, cada gota de rocío en lo oscuro del bosque, cada altozano y hasta el sonido de cada insecto es sagrado a la memoria y al pasado de mi pueblo. La savia que circula por las venas de los árboles lleva consigo las memorias de los pieles rojas… Todo lo que ocurra a la Tierra les ocurrirá a los hijos de la Tierra. El hombre no tejió la trama de la vida: él es sólo un hilo. Lo que hace con la trama se lo hace así mismo”.

¿En que creemos aquí? En WakanTakan, el supremo padre. WakanTakan es la fuerza invisible, sin rostro que lo atraviesa todo. Es la fuerza que nos sostiene aquí adentro y que ha generado una tradición que viene de lo que le llaman Pueblos de Origen (los pueblos originarios de América) y que son tradiciones que mantienen y sostienen el espíritu de un pueblo (anima mundis le llaman algunos). Un pueblo sobrevive gracias a su fe, a sus creencias, a sus tradiciones que le dan no solo una personalidad; sino que también le da un alma colectiva. Un espíritu que representa a un pueblo. El Camino Rojo representa eso.

El Camino Rojo es una Tradición que se compartió en América desde Alaska hasta la Patagonia y que era mucho más antigua que las culturas prehispánicas más renombradas pues les dio una semilla con la que germinó cada una de ellas. Las ceremonias de la Danza del Sol son parte de lo que sobrevive de esta Tradición de origen. La Danza del Sol “actual” debe de tener cerca de 3 mil años de edad y representa y muestra lo que era el chamanismo antiguo en donde todavía no había dioses ni toda una complejidad religiosa, y viene casi de la misma época del inicio de la agricultura. Son parte de algo que se le llama el Camino Rojo dentro de los indios norteamericanos. América se le llamaba Isla Tortuga. Y en el Camino Rojo se ha sobrevivido tanto tiempo porque si bien puedes matar al hombre no puedes matar su palabra. Es un modo de vida en donde se busca relacionarse con el Águila (o Gran Espíritu – WakanTanka), el espíritu creador que nos dio vida; al Padre Cielo y a la Madre Tierra; a los Abuelos (los espíritus de los que han muerto y que son líderes espirituales); los Ancestros (los que han muerto y nos antecedieron y que nos guían, los hombres sagrados); y con los seres de la naturaleza. Aquí el chaman, o mejor dicho el hombre medicina, guía, sana y defiende a los suyos con su sangre protegiendo la verdad, la justicia y el bien común. Es buscar ser parte del Todo, ninguna criatura es superior o inferior, todas son necesarias para el Gran Círculo. El Camino Rojo es la herencia de sangre del indígena. La sangre es lo que representa al espíritu en el cuerpo.

El Camino Rojo no es luchar por el hombre o volverse todopoderoso, sino luchar contra las fuerzas que alteran el orden y buscar un equilibrio. ¿Cómo puede ser el hombre mejor que los animales? Lo único que podemos enseñarles es a razonar, pero ellos nos lo pueden enseñar todo. Ellos son puros y sin faltas. Nosotros no. ¿Qué cosa esta más cerca del Creador que alguien sin faltas? Lo que tenemos es por el Creador y lo único que podemos ofrecerle realmente que nos pertenece es a nosotros mismos, sin embargo también recordemos que nuestro cuerpo se nos da para cierto tiempo.

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martes, marzo 29, 2016

La Sabiduría del Silencio Interior - Filosofía Taoista

Habla simplemente cuando sea necesario. Piensa lo que vas a decir antes de abrir la boca. Sé breve y preciso ya que cada vez que dejas salir una palabra, dejas salir al mismo tiempo una parte de tu chi (energía vital). De esta manera aprenderás a desarrollar el arte de hablar sin perder energía. Nunca hagas promesas que no puedas cumplir. No te quejes y no utilices en tu vocabulario palabras que proyecten imágenes negativas porque se producirá alrededor de ti todo lo que has fabricado con tus palabras cargadas de tu propia energía vital.
Si no tienes nada bueno, verdadero y útil qué decir, es mejor quedarse callado y no decir nada.

Aprende a ser como un espejo: escucha y refleja la energía
El universo mismo es el mejor ejemplo de un espejo que la naturaleza nos ha dado, porque el universo acepta sin condiciones nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestras palabras, nuestras acciones y nos envía el reflejo de nuestra propia energía bajo la forma de las diferentes circunstancias que se presentan en nuestra vida. Si te identificas con el éxito, tendrás éxito. Si te identificas con el fracaso, tendrás fracasos. Así podemos observar que las circunstancias que vivimos son simplemente manifestaciones externas del contenido de nuestro diálogo interno. Aprende a ser como el universo, escuchando y reflejando la energía sin emociones densas y sin prejuicios. Porque siendo como un espejo sin emociones aprendemos a hablar de otra manera.

No te des mucha importancia, y sé humilde, pues cuanto más te muestras superior, inteligente y prepotente, más te vuelves prisionero de tu propia imagen y vives en un mundo de tensión e ilusiones.

Sé discreto, preserva tu vida íntima, de esta manera te liberas de la opinión de los otros y llevarás una vida tranquila volviéndote invisible, misterioso, indefinible, insondable como el Tao.

No compitas con los demás, vuélvete como la tierra que nos nutre, que nos da lo que necesitamos. Ayuda a los otros a percibir sus cualidades, a percibir sus virtudes, a brillar. El espíritu competitivo hace que crezca la rivalidad y crea conflictos inevitablemente.

Ten confianza en ti mismo, preserva tu paz interna evitando entrar en la provocación y en las trampas de los otros. No te comprometas fácilmente. Si actúas de manera precipitada sin tomar conciencia profunda de la situación, te vas a crear complicaciones. La gente no tiene confianza en aquellos que muy fácilmente dicen “sí”, porque saben que ese famoso “sí” no es sólido y le falta valor. Toma un momento de silencio interno para considerar todo lo que se presenta y toma tu decisión después. Así desarrollarás la confianza en ti mismo y la sabiduría.

Si realmente hay algo que no sabes, o no tienes la respuesta a la pregunta que te han hecho, acéptalo. El hecho de no saber es muy incómodo para la importancia personal porque nos gusta saberlo todo, siempre tener razón y siempre dar nuestra opinión muy personal. En realidad no sabemos nada, simplemente queremos creer que sabemos.

Evita el hecho de juzgar y de criticar, el Tao es imparcial y sin juicios, no critica a la gente, tiene una compasión infinita y no conoce la dualidad. Cada vez que juzgas a alguien lo único que haces es expresar tu opinión muy personal y es una pérdida de energía, es puro ruido. Juzgar es una manera de esconder las propias debilidades. El sabio tolera todo y no dirá ni una palabra.

Recuerda que todo lo que te molesta de los otros es una proyección de todo lo que todavía no has resulto de ti mismo. Deja que cada quien resuelva sus propios problemas y concentra tu energía en tu propia vida. Ocúpate de ti mismo, no te defiendas. Cuando tratas de defenderte en realidad estás dándole demasiada importancia a las palabras de los otros y le das más fuerza a su agresión. Si aceptas el no defenderte estás mostrando que las opiniones de los demás no te afectan, que son simplemente opiniones y que no necesitas convencer a los otros para ser feliz.

Tu silencio interno te vuelve impasible. Haz regularmente un ayuno de la palabra para volver a educar a la importancia personal que tiene la mala costumbre de hablar todo el tiempo. Practica el arte de no hablar. Toma un día a la semana para abstenerte de hablar. O por lo menos algunas horas en el día según lo permita tu organización personal. Este es un ejercicio excelente para conocer y aprender el universo del Tao ilimitado en lugar de tratar de explicar con las palabras qué es el Tao. Progresivamente desarrollarás el arte de hablar sin hablar y tu verdadera naturaleza interna reemplazará tu personalidad artificial, dejando aparecer la luz de tu corazón y el poder de la sabiduría del silencio.

Gracias a esta fuerza atraerás hacia ti todo lo que necesitas para realizarte y liberarte completamente. Pero hay que tener cuidado de que no se inmiscuya la importancia personal. El poder permanece cuando la importancia personal se descarta y perseveramos en el silencio. Si tu importancia personal se impone y abusa de este poder el mismo poder se convertirá en un veneno, y todo tu ser se envenenará rápidamente.

Quédate en silencio y cultiva tu propio poder interno.

Respeta la vida de los demás y de todo lo que existe en el mundo.

No trates de forzar, manipular y controlar a los otros.

Conviértete en tu propio maestro y deja a los demás ser lo que son, o lo que tienen la capacidad de ser.

Dicho de otra forma, vive siguiendo la vida sagrada del Tao.

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viernes, marzo 04, 2016

Magia Viva

Porque te amo, no cambies... Cuando cambias por mí, dejas de ser quien eres para convertirte en algo frágil.

Así como te he elegido, me he mirado en tus ojos y he encontrado mi reflejo; así, en tus Palabras resonaban acordes antiguos de mi corazón.
Eso, eso mismo es lo que me ha evocado un recuerdo profundo, una certeza.

Yo no quiero convencerte, prefiero ConVidArte con mi propia Vida en un banquete de frutos diversos... y que puedas ELEGIR.

Te Amo y no quiero cambiarte, me parece contradictorio, me resulta lastimero y hasta humillante.

Te Amo y somos diferentes, por eso te amo; porque allí en esa diferencia que nos ennoblece está la grandeza de lo verdaderamente amado.

Mis fundamentos, los que me fundan, no quisiera nunca que nos CON-Fundan; los tuyos, son tuyos y yo los respeto. No quiero cambiarte. Te Amo y lo celebro, como se celebra estar vivo: te invito a mi vida.

La Maga (Cuadernos de Magia)

Un día importará poco lo que ganaste.
Ese día no será relevante lo que perdiste.

En ese momento…
cuando tu presencia actual sea un recuerdo
y tu alma habite otros parajes...
Seguirá presente el aroma que esparciste.

Seguirán resonando las intenciones que activaste.

Seguirá pulsando el latido de aquellos corazones
que un día fuiste capaz de acariciar.

No importará dónde estés.
Lo relevante será desde dónde estuviste.

Luis Bueno

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